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DIETARIO VOLUBLE
Columna
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Habitaciones para solitarios

Enrique Vila-Matas

1 - Inicio una investigación para saber quién puede ser Malachy Moore. Busco en Google las últimas noticias que puedan haberse producido sobre alguien llamado así, pero no encuentro nada, de modo que voy a la web general, donde hay datos sobre beisbolistas y futbolistas que responden a ese nombre y que me parece que carecen de todo interés y que en cualquier caso no pueden ser nunca el Malachy Moore que busco.

En Google, en la voz Malachy (a secas ahora, sin Moore acompañándola) hay mucha información sobre un honrado varón irlandés, Saint Malachy, sobre el que lo desconozco todo, pero sobre el que tengo la impresión de haber oído hablar mil veces. Me concentro en este Saint Malachy o san Malaquías de Armagh o de Irlanda, que nació en Maelmhaedhoc O'Morgair en el año de 1094 y fue un arzobispo católico al que se le recuerda desde hace 10 siglos por los dos juegos de profecías que supuestamente le fueron reveladas al término de una peregrinación a Roma.

La curiosidad me desliza por una carretera perdida de la Red y me lleva, como si viajara en un Chevrolet prestado, hasta el recodo donde pueden leerse las dos profecías. Me entero de que en la primera Saint Malachy predecía que su país, Irlanda, caería en manos de los ingleses y soportaría persecuciones y calamidades de todo tipo durante una semana de siglos, pero transcurrido ese tiempo sería liberada de sus opresores.

La segunda es la célebre profecía de los papas, que contenía 112 breves lemas o frases en latín sin numerar que hacían alusión alegórica a los siguientes 112 papas que gobernarían la Iglesia católica, desde Celestino II (1143-1144) hasta un supuesto Pedro el romano, que, por la numeración, sería precisamente el sucesor del actual papa, Benedicto XVI, y sería testigo de la destrucción del universo. O sea que estamos, efectivamente, a las puertas del fin del mundo.

En la profecía de san Malaquías los lemas descriptivos de los papas pueden referirse a un símbolo de su país de origen, a su nombre, escudo de armas, talento o cualquier otra cosa referente al Papa. Por ejemplo, el lema de Urbano VIII es Lilium et rosa. Y algo parece encajar ahí: era de Florencia, Italia, en cuyo escudo aparece la fleur-de-lis. Por su parte, el lema de Benedicto XVI es De gloria olivæ, de la gloria del olivo. También ahí encajan cosas, porque este papa nació un día antes del Domingo de Ramos (de olivo). Y por otro lado, la orden benedictina a la que pertenece tuvo una rama llamada los olivetans.

2- Me detengo en la figura de Benedictus, el misterioso papa actual, e indago cuáles son las últimas noticias sobre él. Al parecer, Benedictus alias Ratzinger es un Papa que pasa la mayor parte del tiempo en su habitación, leyendo y escribiendo y preparando una encíclica. Viaja mucho menos que su hiperactivo antecesor. Así como del apartamento de Juan Pablo II se decía que parecía una taberna polaca, porque había ahí siempre gente entrando y saliendo, del apartamento papal de Benedictus/Ratzinger se comenta que parece una cámara blindada y también hay quien ha dicho que recuerda a la habitación en la que se encerró durante 40 años el poeta Hölderlin. ¿Será Benedictus/Ratzinger otro falso loco germano?

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La cámara blindada romana me lleva a detenerme en el tema de la habitación como lugar de aislamiento y santuario del laberinto de la soledad del escritor. Una de las habitaciones más paradigmáticas de esa soledad es precisamente la de Hölderlin en Tubinga, ese cuarto que le prestó el carpintero Zimmer (curiosamente zimmer en alemán significa habitación) y en el que el poeta alemán, cuando enloqueció, vivió 40 años (1806-1843).

Siempre me ha fascinado el rumor de que la locura de Hölderlin era fingida y que el poeta se retiró del mundo en respuesta a la ridícula actitud política que trastornó a Alemania después de la revolución francesa. Según esto, sus textos de enajenado habrían sido escritos en un código secreto y revolucionario. Vivió Hölderlin, para decirlo de algún modo, escondido en esa habitación prestada por Zimmer, conociendo la alegría secreta de los confinados.

3- "Confinarse en una habitación no significa que uno se haya quedado ciego, y estar loco no es lo mismo que quedarse mudo. Lo más probable es que fuera aquella habitación la que devolvió a Hölderlin a la vida, la que le restituyó la vida que le quedaba", escribió Paul Auster en La invención de la soledad, donde dedica un largo fragmento a las habitaciones para solitarios. Comienza por Pascal, que dijo aquello tan conocido de que la desgracia del género humano consiste en que el hombre es incapaz de quedarse quieto en una habitación. Y sigue por la sombría estancia de Amherst en la que Emily Dickinson escribió toda su obra, así como por la habitación de Arlés de Van Gogh, por la isla desierta de Robinson Crusoe, por las estancias iluminadas de Vermeer... Es una lista breve, consciente Auster de la infinitud de la misma, porque en realidad donde dijo Vermeer podría haber perfectamente hablado de Hammeshøi, aquel pintor danés de los retratos obsesivos de estancias desiertas. O haber citado a Xavier de Maistre, que, como bien se sabe, viajaba "alrededor de su cuarto". O a Virginia Woolf, con su exigencia de una habitación propia. O a Murphy, el personaje beckettiano que no se movía de la mecedora de su cuarto londinense. O a Michel de Montaigne, encerrado en la biblioteca de su torre de Burdeos.

De todos los cuartos de la historia el que parece más idóneo para escribir es el que ambicionaba Kafka, que conocía el vértigo que se esconde tras las secretas alegrías del confinado y quería disponer de un sótano y que le dejaran la comida en la puerta para que pudiera caminar un poco y que después nadie ya le molestara.

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