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La Institució de les Lletres Catalanes mantendrá su autonomía pero pierde en ayudas y territorio

Carles Geli

De desaparecer subsumido en una más de las funciones del Departamento de Cultura (se apuntaba que vía el Instituto Catalán de Industrias Culturales, ICIC) a mantenerse como organismo autónomo, si bien con menos ámbito geográfico de influencia y con la incógnita de hasta dónde se recortará su capacidad de otorgar becas y ayudas. Este el vertiginoso viaje que ha realizado la veterana Institució de les Lletres Catalanes (en seis meses la ILC cumplirá 75 años de su creación y 25 de su reinstauración en democracia) desde enero, con la llegada de Ferran Mascarell al Departamento de Cultura y la posterior inclusión de la reestructuración de la ILC en la ley ómnibus, hasta hace unos días, cuando se pactaron las modificaciones del organismo.

Como en todo acuerdo, algo se pierde y algo se gana. De lo primero, las modificaciones realizadas tanto en el objeto como en las funciones del ILC desaparece prácticamente la promoción de la literatura catalana en otras áreas lingüísticas (algo que ya cae de lleno en las funciones del Instituto Ramon Llull). La concesión más dolorosa es la que hace referencia a las ayudas que ha ido otorgando la ILC a través de becas (1,5 millones en 2010, el 45% de su presupuesto) y que en el nuevo redactado de las funciones queda reducido a un difuso apartado que reza: "Definir y evaluar las líneas de apoyo, difusión y fomento relacionadas con el hecho literario, de acuerdo con las funciones que le corresponden". "Deberíamos intentar mantener algún papel en la futura ventanilla única", apuntan fuentes del ILC como objetivo de mal menor de unas funciones que podrían ser asumidas por el ICIC.

En el haber de la remodelación del anteproyecto de ley (pactada entre Mascarell y el consejo asesor de la entidad, a la que mañana el Gobierno podría dar salida y que el Parlament intentará aprobar antes de Navidad) figura para la ILC una mayor visibilidad, a partir de un reconocimiento de la figura del decano de la institución, siempre un escritor reconocido (actualmente, el poeta Francesc Parcerisas). Con los cambios introducidos, el decano -un cargo honorífico, no político- deberá acudir al Parlament como mínimo una vez durante la legislatura para presentar "un dictamen sobre la presencia pública de la literatura y el reconocimiento social de las letras catalanas".

La riqueza de políticas y actividades que lleva a cabo la ILC más allá de las ayudas, así como las protestas de exdecanos, premios de honor de las Lletres Catalanes y otras personalidades literarias contrarios a la desaparición de la ILC, habrían hecho desistir a los responsables de Cultura de abrir otro gran frente ante el calado de los otros que mantiene abiertos, como el de la remodelación del Consejo de las Artes (Conca).

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Sobre la firma

Carles Geli
Es periodista de la sección de Cultura en Barcelona, especializado en el sector editorial. Coordina el suplemento ‘Quadern’ del diario. Es coautor de los libros ‘Las tres vidas de Destino’, ‘Mirador, la Catalunya impossible’ y ‘El mundo según Manuel Vázquez Montalbán’. Profesor de periodismo, trabajó en ‘Diari de Barcelona’ y ‘El Periódico’.

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