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Juicio contra tres 'mossos' acusados de golpear y humillar a un joven

La víctima relata que fue detenida sin motivo cuando quería denunciarles

"¡Me ha llamado Bea!", exclamó Lluís T. la madrugada del 25 de febrero de 2006, cuando regresaba de fiesta con unos amigos. Justo en ese momento, una patrulla de los Mossos d'Esquadra pasaba junto a ellos por la calle del Nou de la Rambla y, sin saber por qué, bajaron dos agentes y le pidieron la documentación. El hombre se quedó estupefacto y les reclamó explicaciones, pero los policías Óscar Gómez y Alejandro Castillo respondieron empujándole contra la pared hasta que lograron identificarlo.

Después se marcharon, pero como el ciudadano no salía de su asombro por lo ocurrido, se fue a la comisaría de la Guardia Urbana a presentar denuncia. No pudo hacerlo y le dijeron que fuera a la de los Mossos, como así quiso hacer, pero antes de llegar volvió a aparecer la patrulla y se inició una pesadilla de nueve horas de humillaciones y agresiones que el fiscal resume en 15 líneas en su escrito de acusación.

Los agentes dicen que el joven tuvo la "mala suerte" de caer de frente

Los hechos se juzgaron ayer en la Audiencia de Barcelona y la fiscalía solicita penas que suman tres años de cárcel por lesiones y un delito contra la integridad moral para cada uno de los policías, además de 720 euros de multa por dos faltas de maltrato.

Según el relato del fiscal, el joven fue tirado al suelo, lo esposaron y acabó en la comisaría de los Mossos de Nou de la Rambla, pero no precisamente para denunciar los hechos. Ayer explicó al tribunal que estuvo unos 10 minutos a oscuras en el aparcamiento de comisaría, que le sacaron a golpes entre cuatro y seis agentes y que lo llevaron a la sala de cacheos.

Allí, según la versión del fiscal, los dos policías acusados y otro agente no identificado le abofetearon, le golpearon en la cabeza y le propinaron diversos puñetazos en el abdomen y el tórax mientras le decían "así aprendes" y "te vas a enterar". Todo eso al tiempo que lo arrastraban por el suelo en presencia de otro policía que no hizo nada para evitarlo.

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El parte de lesiones describe contusiones por todo el cuerpo y fractura nasal. El fiscal relata que después de la paliza, el agente Xavier Soberano llevó al detenido al hospital Pere Camps con tan poca consideración que le apretó las esposas de manera excesiva y le produjo abrasiones en ambas muñecas. El fiscal lo califica de falta de maltrato y solicita para él una multa de 360 euros.

Poco después de las dos de la tarde, nueve horas después de la detención, quedó en libertad. En aquella época Montserrat Tura era consejera de Interior y los Mossos d'Esquadra apenas hacía cuatro meses que se habían desplegado en Barcelona.

El joven declaró ayer al tribunal que sintió humillación y pánico ante la "violencia injustificada" de los policías y el hecho de que estuviera completamente desnudo durante unos 10 minutos en la sala de cacheos. La víctima explicó a los jueces que en aquel momento tuvo la sensación de que los agentes podían hacer con él lo que quisieran. Varios testigos, amigos suyos y otros que pasaban por allí confirmaron la versión del fiscal y ratificaron la actuación de los policías.

Los acusados lo negaron todo. Si lo identificaron fue porque les insultó cuando pasaban por allí y porque estaba muy nervioso, dijeron. Y si le detuvieron después no fue porque le siguieran, sino porque les insultó de nuevo y golpeó el coche patrulla. Al tratar de detenerlo, el joven se resistió, añadieron los policías, por lo que cuando trataban de inmovilizaron se cayó al suelo.

Y tuvo la "mala suerte", en expresión de uno de los acusados, de caer de frente, no se pudo proteger la cara y, por eso, se lesionó la nariz, declararon los policías.

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