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Reportaje:

Música más allá de la noche

El Primavera Club consigue llenos a primera hora

No es un festival al uso, no tiene lugar en un recinto cerrado, se dispersa, por el contrario, por la ciudad y buena parte de su público puede asistir simplemente añadiendo cinco euros al abono que le permitió asistir a su hermano mayor, el Primavera Sound. Es, así, una excelente idea para garantizar fidelidades del público, dar vida a las salas y estipular horarios no necesariamente nocturnos para seguir música en directo. Solo por eso el Primavera Club ya es una excelente idea.

Porque presenciar conciertos en sala a última hora de la tarde facilita otra manera de integrar la música en la vida cotidiana. ¿Resultado?: el jueves y el viernes salas como Apolo o Bikini estaban casi llenas a las ocho de la tarde, una hora que estaría bien comenzase a considerarse como factible para la música en directo.

Al margen de estos extremos, el Primavera Club 2010 destaca por la imposibilidad de hacerse una idea absoluta de su marcha, habida cuenta de que este año las distancias entre las salas evitan el establecimiento de un circuito. Se ha de escoger. En realidad, como en la propia vida. Tiro fijo era Edwyn Collins, quien, pese a no haber entregado un último disco excelente, dispone de temas que resumen los mejores hallazgos del pop: melodías preciosas, letras con fondo, variedad y luminosidad. Lo de Collins, que se va recuperando del derrame cerebral que ha limitado sus facultades, es un canto a la voluntad humana y a la importancia de los entornos afectivos, que permiten superar las circunstancias más adversas.

Destacó igualmente John Grant (miembro de Czars), un cantante de voz poderosa que se acompañó solo de teclados. Basculando entre el lirismo de Rufus Wainwright y algunos apuntes aislados que evocaron a Randy Newman (Chicken bones), el norteamericano mostró excelentes formas, piezas de estructura clásica ajenas al pop convencional y una solvencia incontestable como vocalista. En el sentido opuesto hay que señalar a Beach Fossils, una banda de criajos fascinados por los sonidos ochenteros, cada día más en boga, tal como también demostraron Wild Nothing con su pop de obediencia inglesa de hace dos décadas. Y es que todo vuelve. Y los que permanecen, Teenage Fanclub, banda estrella del Primavera, son de los noventa, pero ya entonces, y hoy, miraban a los sesenta. Lo estupendo es que todo ello pueda comprobarse en sala, en horarios que permiten escoger el momento más idóneo y a precios razonables.

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