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Pacto para que la Generalitat gestione y dirija Cercanías hasta su traspaso

Cataluña no será propietaria definitiva de la empresa antes de 2011

Un paso adelante, dos pasos atrás es la táctica que aplica Joaquim Nadal en las negociaciones sobre el traspaso de Cercanías. Parece que no avance, pero avanza, aunque sea en zigzag. Lo último ha sido un acuerdo para formalizar un convenio que ceda a la Generalitat la gestión de la empresa ferroviaria en Cataluña y, también, la capacidad para nombrar una nueva dirección. Este convenio estaría en vigor hasta el final del contrato programa (2010) y a partir de 2011 se procedería a renovarlo con un nuevo contrato programa hasta 2014. Si no hubiera acuerdo, la Generalitat se quedaría definitivamente Cercanías ya en 2011 y pasaría a hacerse cargo de la compañía como empresa propia, con activos y personal.

"La Generalitat trabaja con una única hipótesis: el traspaso de Cercanías", afirmó ayer una fuente conocedora de las negociaciones. Por parte de Fomento la precisión fue más imprecisa: "Seguimos negociando en el horizonte de los traspasos, pero no hablaremos de ello hasta que todo esté claro".

Fomento no se pronuncia, pero en Renfe no se habla de otra cosa, entre otros motivos porque afecta de forma importante a la estructura de la empresa y a parte de la plantilla. Anteayer hubo en Madrid una reunión con dirigentes de Renfe en la que salió a colación la situación de las negociaciones, aunque, según precisó un portavoz de Fomento, "la reunión no fue en ningún caso para hablar del traspaso de Cercanías".

Las negociaciones políticas las llevan de forma directa el consejero Joaquim Nadal y la ministra Magdalena Álvarez, pero las conversaciones y las charlas sobre los aspectos más concretos recaen en el secretario de Estado, Víctor Morlán, y el secretario de Movilidad del Gobierno catalán, Manel Nadal.

El mayor escollo es, precisamente, lo que ocurra al finalizar el actual contrato programa. Fomento no pone peros prácticos a la cesión provisional ni al nombramiento de una nueva dirección (no tienen por qué cambiar todos los nombres) por parte del Gobierno catalán. También asume que sea la Generalitat la que gestione las partidas previstas en el actual contrato programa que cubre el déficit de explotación de Renfe. Pero Nadal exige más: pide que durante este periodo no decaigan las inversiones ni en material móvil ni en infraestructuras. Y lo que es más definitivo: que si no hay acuerdo la empresa pase automáticamente a depender de la Generalitat. De este modo, el Gobierno catalán pretende tener la sartén por el mango si no hay acuerdo, exactamente al contrario de lo que ocurre ahora sobre el desacuerdo en materia de financiación autonómica.

El pacto desatasca una de las cuestiones más comprometidas: el traspaso de Cercanías. Provisionalmente no hay traspaso, pero la Generalitat entra en la empresa por arriba y puede tomar las decisiones sobre el servicio que deba ofrecerse a los usuarios, a la espera de que los sindicatos acepten que ello no supone amenaza alguna para los trabajadores.

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