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AL CIERRE
Columna
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El Partenón, en venta

Rafael Argullol

Que la Unión Europea no pasa por sus mejores momentos es fácil de deducir contemplando la foto de sus actuales dirigentes: al provisional Zapatero, ese hábil vendedor de humo al que sus adversarios toman por ingenuo, y al incombustible Durão Barroso, de nulo carisma, se les suman ahora un presidente del Consejo con cara de estar permanentemente desbordado y una "ministra de Asuntos Exteriores" que en sus mejores momentos parece una de esas puritanas amas de llave de las novelas de Agatha Christie. Poca cosa, como se ve, para afrontar lo que pomposamente siempre llaman "retos del siglo XXI".

Sin embargo, que los asuntos vayan mal, sobre todo en Grecia, no justifica la afrenta contra este país por parte de la prensa amarilla británica y alemana. El Bild, por ejemplo, un periódico que envenena diariamente a millones de lectores, además de afirmar que los griegos son genéticamente manirrotos, ha sugerido que se pongan a la venta bienes patrimoniales helénicos, e incluso islas, para paliar el desastre de la actual crisis. Con respecto a las islas, el tema no debería sorprendernos, pues hace unos años ya se debatió en el Parlamento alemán la posibilidad de adquirir Mallorca.

Con relación a los bienes patrimoniales, supongo que lo que más apreciarían los compradores alemanes es el Partenón. Pero no sería de desear que pagaran justos por pecadores y la sociedad griega, la primera en sufrir la rapacidad de sus especuladores, no debería ser privada, también, de sus tesoros artísticos. ¿Venderíamos la Sagrada Familia o la Alhambra para hacer frente a los desmanes de Fèlix Millet, el Pocero y la gente de esa ralea que con tanto ahínco ha trabajado para nuestro bienestar? Sería un escándalo. Pero la prensa alemana y británica no considera escandaloso que Grecia se desprenda de sus bienes patrimoniales para pagar su deuda. Se me ocurre una idea: Gran Bretaña y Alemania podrían enjuagar esa deuda pagando el "alquiler" de los tesoros griegos depositados desde hace siglos en el British Museum o en el Pergamon. Tener los frisos del Partenón en casa es un lujo al alcance de pocos y los lujos, hoy, deben pagarse.

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