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Crítica:GREC
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

'Prometeu' Multidisperso

Inaugurar el Festival Grec con una obra de texto y además griega no deja, a pesar del carácter festivo de la velada, de ser lo suyo. Carme Portaceli, directora de este Prometeu de Esquilo con añadidos de Heiner Müller, quizá por la presión del contexto inaugural, ha optado por agregar al texto un prólogo y un epílogo, y aderezar el conjunto con un surtido de lenguajes escénicos destinados al recreo del respetable, en vez de dar ese texto a pelo y basar la propuesta en la fuerza de sus versos. El resultado ha sido que, sin ser un montaje largo (una hora y media), se hace largo, y que por culpa de los esfuerzos por amenizar un texto sólido pero denso, la atención del espectador se dispersa para centrarse, de repente, en el maullido de un gato.

PROMETEU

De Esquilo / Heiner Müller. Traducción: Feliu Formosa. Dirección: Carme Portaceli. Intérpretes: David Bagès, Lluïsa Castell, Carme Elias, Gabriela Flores, Llorenç Gonzàlez, Pepa López, Albert Pérez. Teatre Grec. Barcelona, 13 de junio.

Portaceli ha optado por aderezar el conjunto en vez de dar el texto a pelo

El espacio escénico es atractivo. Una pasarela une a los músicos en directo con la atalaya metálica a la que encadenan a Prometeo, aunque solo sea metafóricamente, pues ésta (aquí Prometeo es una mujer) no para de subir y bajar por ella. Gabriela Flores se encarga de servirnos el prólogo sobre cómo se llegó a la guerra de los dioses, muy didáctico, nada que decir. Y empieza la obra de Esquilo. Y con los primeros personajes, Hefesto (Albert Pérez) plateado de arriba abajo, y Fuerza (Llorenç González), en simbólico traje militar como queriendo extrapolar lo divino a lo humano y contemporáneo, empiezan también los primeros desajustes. ¿Qué pinta el hombre de hojalata del Mago de Oz junto a ese militar grotesco? Las visitas que recibe Prometeo tampoco se quedan cortas. Océano, una impactante Pepa López de pelo blanco a lo manga; Io, una Lluïsa Castell más cómica que sexy; Hermes, un David Bagès en esmoquin, estupendo segundón de Zeus a lo mafioso. Hay también dos guardaespaldas sin rostro que se mueven como los monigotes de Keith Haring y están también los acordes entre jazzísticos y de banda sonora de serie de televisión de los setenta de Nel·lo y los suyos. Y toca hablar de Prometeo, interpretada por Carme Elias, quizás la apuesta más coherente de Portaceli. Y es que la naturaleza protectora y tutora de Prometeo, por no hablar de su capacidad vidente, no dejan de ser rasgos femeninos. Pero Elias tampoco sigue una línea coherente; pasa de la declamación ampulosa a la exaltación propia de la enajenación mental. Y cuando el texto de Esquilo llega a su fin, llega el apoteósico y desconcertante final que, puestos a entretener, debería ir precedido del mismísimo Porky con aquello de "no se vayan todavía, que aún hay más": Nel·lo al micrófono dándonos la bienvenida, algo de magia, algo de coreografía coral y una canción, Over the rainbow: ¿de nuevo El mago de Oz?

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