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Columna
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Remedios Varo y la plaza de Lesseps

Victoria Combalia

Remedios Varo, notable pintora surrealista exiliada en México, cumpliría 100 años este año. La Universidad de Barcelona le ha rendido un pequeño pero muy interesante homenaje en forma de congreso a cargo de especialistas de su obra de todo el mundo que se han desplazado a la capital catalana. Remedios Varo nació en Anglès (Girona) el 16 de diciembre de l908, hija de un ingeniero hidráulico andaluz, Rodrigo Varo, y de Ignacia Uranga, de ascendencia vasca. El alcalde de Anglès, presente en el congreso, nos explicó que el padre de Remedios era librepensador, estudioso del esperanto, preocupado por las cuestiones sociales y amante de la mineralogía, y que el pueblo, desde muy temprano, poseyó luz eléctrica. También señaló que el municipio, en 1887, pasó de tener una economía agraria a industrial, un motivo recurrente en las obras de Remedios, pobladas de máquinas de mecanismos inútiles, extravagantes o sencillamente poéticos (ojalá los alcaldes acudieran a congresos de arte, me digo, y con tal ánimo participativo).

A La plaza podría ser un lugar para recordar a Varo, en vez de un sitio agresivo y falsamente de vanguardia

Remedios viajó con su familia a Madrid y a Marruecos, y con su primer marido, Gerardo Lizarraga, a París, donde conoció de cerca el grupo surrealista. Pero volvió a una Barcelona considerablemente abierta al arte de vanguardia y en l935 compartió un estudio en la plaza de Lesseps con el también pintor surrealista Esteban Francés. En julio de aquel año Marcel Jean llegó con Óscar Domínguez a la ciudad y todos ellos realizaron unos preciosos cadáveres exquisitos, aquellos dibujos colectivos empezados por un participante del juego, tapados y continuados por el siguiente jugador, que dan un resultado sorprendente. Al año siguiente participaría en la famosa exposición Logicofobista de la librería Catalònia de Barcelona.

Remedios fue la esposa del gran poeta Benjamin Péret, que se alistó voluntario en la Guerra Civil (afiliado al POUM); con él volvió a París y ya no regresó nunca más a España. En París fue detenida por los nazis por ser la compañera de Péret y, tras miles de peripecias que harían las delicias de cualquier guionista de películas, pudieron huir finalmente a México, el país que resultaría a la postre su patria de adopción. Allá, donde es venerada como pintora, formó un grupo de artistas e intelectuales con Leonora Carrington, Gordon Onslow Ford, Luis Buñuel, Wolfgang Paalen y su mujer, Alice Rahon, así como con Walter Gruen, quien se convertiría en su último marido.

La obra de Varo es muy personal y evoca un mundo surgido de su imaginación donde se mezcla lo científico, lo místico, lo esotérico y lo mágico (Tere Arcq, por ejemplo, nos habló de la influencia de Gurdjieff y Ouspensky en la obra de Varo). Sus lienzos están realizados con la minuciosidad de un orfebre y reflejan la unidad cósmica y las interconexiones entre diferentes planos de la realidad: la materia y el espíritu, el mundo animal, el humano y el vegetal. Otro de sus grandes temas, que fascinó a los surrealistas, es el de la mujer maga, más ligada al inconsciente que los hombres y dotada de poderes superiores. Su originalidad reside en que nos las emplaza en el en ocasiones tan denostado ámbito doméstico.

Octavio Paz afirmó de ella: "Con la misma violencia invisible del viento al dispersar las nubes pero con mayor delicadeza, como si pintase con la mirada y no con las manos, Remedios despeja la tela y sobre su superficie transparente acumula claridades".

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Si bien el pueblo de Anglès le dedicará un monumento a su hija natal, Barcelona ha hecho bien poco por esta artista, en palabras de su biógrafa Janet Kaplan, "divertida, lista, lectora empedernida y que sabía más de ciencia que los científicos". La plaza de Lesseps hubiera podido ser, en lugar de una plaza que se anuncia agresiva y falsamente de vanguardia, un lugar ideal para recordarla.

victoriacombalia@gmail.com

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