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Reportaje:

Retratos desde India

La Virreina exhibe fotografías de 16 artistas del subcontinente asiático

De la fotografía como documento, como testimonio, como certificado, a la fotografía como simple pincel, carboncillo o arcilla, que el artista maneja a modo de instrumento para fabricar arte, pasando por la fotografía como arte menor o como prearte, como literatura o poesía, hasta la fotografía como botín del trabajo de campo del antropólogo. Todo esto y algo más se puede encontrar en la exposición Yo mismo y el otro. Retratos en la fotografía india, que se puede ver en Centre de la Imatge-La Virreina, de Barcelona, hasta el 27 de septiembre, y que el 23 de octubre recalará en el Artium Centro Museo Vasco de Arte Contemporáneo de Vitoria.

Es una exposición de género: retratos. Y no son suficientes 16 fotógrafos para explicar un continente poliédrico como India. Pero, tal vez por circunscribirse a un formato, la selección que han realizado Luisa Ortínez y Devika Daulet-Singh es capaz de ofrecer una instantánea, de dejar una huella clarificadora de la profundidad y la consistencia de la práctica artística en el segundo país más poblado del mundo. Porque como dice Deepak Ananth en el catálogo de la exposición, la fotografía "es el instrumento que sirve para mediar entre el yo y el otro en el periodo que reconocemos como moderno".

La elección de Umrao Singh Sher-Gil (1870-1954), como puerta de entrada a la exhibición es todo un acierto. Personaje de leyenda, erudito, extravagante y cosmopolita -al tiempo que nacionalista- y pionero de la fotografía, esencialmente del retrato en tanto que construcción del yo en la India, ha sido un descubrimiento reciente, porque en su momento no se le consideró fotógrafo profesional. Sher-Gil hizo retratos y autorretratos durante 60 años y, además fue el padre de Amrita Sher-Gil, una de las leyendas fundadoras del arte moderno en la India, algunas de cuyas fotografías también figuran en la exhibición. Incluso cuando el fotógrafo dirige la cámara hacia sí mismo, añade Deepak Ananth, "el resultado es una imagen del sujeto como alguien distinto de sí mismo". Basta ver los autorretratos de Ebenezer Sunder Singh para comprobarlo.

De entre las muchas Indias posibles, algunas son especialmente sorprendentes. Anup Mathew Thomas retrata a los obispos de las distintas confesiones cristianas de Kerala en la puerta de sus iglesias; Ketaki Sheth presenta una serie sobre hermanos gemelos; Vidura Jang Bahadur fotografía la vida cotidiana de la minoría china con una técnica panorámica que convierte cada imagen en una narración. Y si sorprende el proceso de mestizaje que se percibe en la serie de Bahadur sobre los chinos que llegaron a mediados del siglo pasado, más revelador es el trabajo de Dileep Prakash sobre las huellas de la colonización -no sólo británica- que ha creado una casta que se conoce como los angloindios, fruto del encuentro entre el colonizador y el nativo, hijos de madre india y padre inglés o europeo. Estos mestizos que decidieron permanecer en India tras la independencia conservan un estilo de vida, unas costumbres y también unas facciones que les diferencian de la mayoría y son víctimas de estereotipos peyorativos que dificultan su integración.

La exposición coincide con otra dedicada al arte indio actual que puede verse hasta el 30 de septiembre en Casa Asia.

Autorretrato de Ebenezer Sunder Singh.
Autorretrato de Ebenezer Sunder Singh.
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