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Reportaje:

Sensaciones de vídeo

La feria Loop inaugura su sexta edición en Barcelona con 44 galerías

Las 44 galerías que participan en la sexta edición de la feria de videoarte Loop abrieron anoche las puertas de sus habitaciones del Hotel Catalonia Ramblas, convertidas hasta el sábado en pequeñas salas de proyecciones. La feria, que se ha consolidado como una de las plataformas preferidas por artistas y galeristas para presentar sus obras inéditas, despliega una importante representación internacional de 33 galerías, el 80% del total, procedentes de 14 países. La experiencia de los años anteriores les ha permitido calibrar y afinar sus propuestas, que en esta edición convergen en un programa denso, pero abarcable.

Las obras de larga duración, imposibles de apreciar a conciencia en un evento de este tipo, han sido sustituidas por piezas más breves, en su mayoría inferiores a los 10 minutos y que se pueden disfrutar en su totalidad. En consecuencia, las propuestas de corte más narrativo y documental han dejado paso a obras que intentan transmitir sensaciones y mensajes a través de imágenes más concentradas y a menudo metafóricas. Como excepción, The height of vanity (La altura de la vanidad) de las artistas gemelas L. A. Raeven (De Bruijne Projects de Ámsterdam), vale todos los 45 minutos que dura la historia de dos chicas chinas, obsesionadas por su baja estatura, que se someten a largas y dolorosas intervenciones quirúrgicas para alargar sus piernas, que al final resultan totalmente desproporcionadas.

Todos son one-man-show, mini exhibiciones monográficas de hasta tres vídeos, pero siempre de un único artista. La mayoría opta por el formato tradicional y las propuestas que tienen carácter de instalación son cada año más raras. De hecho, las proyecciones en soportes inusuales habrían desaparecido del todo si no fuera por Momu & No Es (Senda de Barcelona), que convierte en pantalla la bañera, llena de una solución lechosa, o Nicole Cohen (Luxe de Nueva York), que analiza el lenguaje corporal a través de los movimientos de cinco diminutos personajes, proyectados en una minúscula silla Luís XV.

La diversidad de los trabajos refleja la exuberancia de la escena audiovisual contemporánea. Hay piezas para todos los gustos. Empezando por uno de los géneros primordiales, los vídeos vinculados a la performance, como In the rock shelter de Marc Aschenbrenner (DNA de Berlín), donde el artista convertido en una escultura viviente o en un caracol antropomorfo, según se vea, disputa su casa a un extraño personaje. O She-Wolf, de Pilar Albarracín (Filomena Soares de Berlín), protagonizado por la propia artista que, convertida en un irónico chamán, realiza un insólito rito.

Los temas sociales y políticos no triunfan como otros años, pero conservan su parcela con piezas como Comparison Via Third, de Harun Farocki (Àngels Barcelona), que compara las técnicas de fabricación de ladrillos en diversos países del primer y tercer mundo. O Confesión, de la guatemalteca Regina Galindo (La Caja Blanca de Palma de Mallorca), donde la artista se somete a diversas formas de tortura, habitualmente empleadas por la CIA en América Latina.

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