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Crítica:TEATRO | TOT
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Todo es mucho

Rafael Spregelburd (Buenos Aires, 1970) define Tot como una obra muy simple y, sobre todo, muy pomposa. La he visto un par de veces y la verdad es que no tiene nada de simple; tampoco me parece pomposa, sino más bien tan ambiciosa como su título. Lo que sí tiene es densidad. Tot es mucho, que no demasiado. Trata sobre todo aquello que constituye la identidad de un pueblo, todo lo que hace que un pueblo decida llamarse a sí mismo por un solo nombre. Parte de tres premisas que encabezan tres historias cada una de las cuales ya es de por sí una pieza autónoma, aunque nos las interrelacione. ¿Por qué todo Estado deviene burocracia? ¿Por qué todo arte deviene negocio? ¿Por qué toda religión deviene superstición? Tres fábulas que ilustran estos tres procesos sin sujeto por los que toda sociedad se rige.

TOT

Autor y director: Rafael Spregelburd. Versión catalana: Marc Rosich. Intérpretes: Cristina Cervià, Toni Gomila, David Planas, Albert Prat, Meritxell Yanes. Escenografía: Ricard Prat. Vestuario: Judith Torres. Iluminación: August Viladomat. Vídeo: Alejo Varisto.

Teatre Lliure de Gràcia, Barcelona. Hasta el 6 de marzo.

El texto nació por encargo de la Schaubühne de Berlín para formar parte del Festival Internacional de Autores e Ideología que tuvo lugar en 2009 y en el que Spregelburd participó con su compañía El Patrón Vázquez. Aquí nos ha llegado en catalán de la mano de Mentidera Teatre tras ganar el Premio Quim Masó a Proyectos de Producción Teatral en 2010 y estrenarse en el festival Temporada Alta de Girona. La acogida en la sala La Planeta fue tibia; en el Lliure, algo más entusiasta. Diría que al espectador le cuesta asimilar tanto: relacionar lo concreto que vemos sobre el escenario con lo abstracto del enunciado; y tan seguido: pasar de una historia a otra sin más transición que el tiempo que tardan los intérpretes en sustituir el sofá por una mesa. No es que sea un montaje excesivamente largo (dos horas ininterrumpidas), pero quizás presentado como una trilogía Tot entraría mejor, lo que no quita que sea una propuesta muy sólida, muy coherente y muy interesante.

En primer plano tenemos, primero, a unos burócratas en una oficina de objetos invisibles que ilustran el funcionamiento de las cadenas de producción; en la segunda historia, una cena navideña que reúne a una pareja divorciada y deriva en una discusión sobre la naturaleza del arte y sus posibilidades semánticas y económicas, y en la tercera, una madre primeriza preocupada por la salud de su bebé que llama a un médico de urgencias una noche de tormenta. Pero hay también un fondo en las tres, importantísimo, que se solapa con ese primer plano dotándolo de sentido y que va de los dioses menores del Olimpo al relato de las 10 plagas que azotaron Egipto, pasando por una coreana disfrazada de japonesa excéntrica. Mucho, sí, pero vale la pena. Por si Tot fuera poco, Spregelburd tiene estos días también otra pieza en cartelera: Buenos Aires, en el teatro Gaudí Barcelona.

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