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Tragedia en Horta de Sant Joan

Cuatro bomberos fallecen atrapados por las llamas en un incendio descontrolado

Un incendio forestal que a mediodía parecía controlado acabó ayer con la vida de cuatro bomberos apenas tres horas después en Horta de Sant Joan (Terra Alta). Las llamas hirieron también de gravedad a otros dos bomberos, que tienen el 70 y el 50% de su cuerpo quemado, respectivamente, cuando un brusco cambio del viento sorprendió al grupo en una zona de difícil acceso en el parque natural de los Ports de Tortosa-Beseit. Los muertos y los heridos son miembros de los Grupos de Refuerzo de Actuaciones Forestales (GRAF). Los cuatro muertos y uno de los heridos petenecían a parques de bomberos de la provincia de Lleida; el otro herido, al de Vic.

Los cuatro bomberos fallecidos fueron conscientes del peligro, ya que llegaron a taparse con mantas ignífugas, pero la virulencia de las llamas era tan fuerte que esta protección no les sirvió de nada.

Los bomberos estaban preparados para desalojar Horta de Sant Joan
"Veo una docena de frentes de fuego y cada vez hay más", explicaba una vecina
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La confusión era total a media tarde después que el viento dispersara los frentes del fuego, que anoche avanzaban hacia el núcleo urbano de Horta de Sant Joan (1. 200 habitantes). Los servicios de emergencia habían hecho preparativos para desalojar la población, lo que no fue necesario. Hasta última hora de la tarde sólo se había evacuado a media docena de personas que vivían en masías.

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"Es angustioso. La sierra está llena de fuego, el viento lo va reavivando y va cayendo la noche", explicaba por teléfono Francesca Martín, de 42 años y vecina de Horta de Sant Joan. "Ahora mismo veo una docena de frentes de fuego y cada vez hay más", decía alarmada mientras describía desde su casa el panorama que le ofrecía una ventana cubierta de ceniza. "Hay mucho humo, casi no tenemos visibilidad en el pueblo, pero el fuego aún sigue lejos, a unos dos kilómetros", señaló.

"No lo vemos nada claro", confirmó después el alcalde, Àngel Ferràs, en el improvisado centro de operaciones instalado en el polideportivo. "Si el viento no afloja, lo pasaremos mal", auguró angustiado tras la noticia de la muerte de los bomberos.

Algunos vecinos mostraron su indignación con los servicios de extinción porque, a su entender, éstos deberían haber aceptado la colaboración de los residentes en la zona para luchar contra las llamas. "No nos han dejado hacer nada", decía angustiado un vecino junto a su finca.

Al menos unos sesenta vehículos y doce medios aéreos trabajaban para extinguir el fuego, con la colaboración de los bomberos de Aragón. Nadie en Horta de Sant se explicaba anoche cómo un incendio que empezó como un corro de llamas inofensivas en la noche del lunes había podido tomar tales dimensiones. De hecho, en la mañana de ayer el incendio se daba casi por extinguido con un balance de 50 hectáreas quemadas en la zona del parque natural. El mismo alcalde de Horta de Sant Joan respiraba aliviado ayer por la mañana: "La humedad de la noche ha sido muy elevada por la época, cercana al 80%, esto ha ayudado a controlar las llamas". Pero todo cambió en cuestión de horas.

A partir de mediodía se levantó la brisa, multiplicó los frentes y anoche el viento seguía empujando las llamas hacia Horta de Sant Joan. El mismo viento impidió durante horas el apoyo aéreo para evitar que el fuego siga ganando terreno, pero los aviones y helicópteros pudieron volver a despegar a media tarde. Pese a los esfuerzos, la evolución dependerá en gran medida de la progresión de las condiciones meteorológicas, admitieron los Bomberos. "Hemos tenido mala suerte, ha empezado a llover pero ha durado cuatro minutos y el viento se ha llevado las nubes", lamentó el alcalde. "No podemos hacer más"."Hemos tenido mala suerte, ha empezado a llover, pero ha durado cuatro minutos y el viento se ha llevado las nubes", lamentó el alcalde.

El secretario general de Interior, Joan Boada, aseguró que, pese a las críticas de algunos vecinos, los bomberos nunca "bajaron la guardia" antes de que a mediodía el viento complicara las tareas de extinción. Como prueba, dijo que los cuatro bomberos muertos y los dos heridos eran miembros del Grupo de Refuerzo de Actuaciones Forestales, el grupo de élite de los Bomberos de la Generalitat, que luchaban en primera línea de fuego para evitar que las llamas alcanzaran el núcleo urbano.

Estimaciones ofrecidas por los bomberos hablaban ya de 800 hectáreas quemadas, la mitad en zona protegida. El consejero de Interior, Joan Saura, adelantó su regreso de Madrid, donde asistía a la reunión de la comisión bilateral Estado-Generalitat. Junto con el presidente de la Generalitat, José Montilla, se desplazó anoche a la zona afectada para seguir la evolución del fuego. El rey Juan Carlos se puso en contacto con Montilla para darle el pésame por la muerte de los cuatro bomberos. Las ministras de Defensa y de Medio Ambiente, Carme Chacón y Elena Espinosa, también acudieron al lugar de los hechos.

Oscurecía ayer en Horta de Sant Joan y la sierra se descubría salpicada de puntos de fuego. Nada que ver con las horas críticas del incendio, cuando el humo penetraba en los pulmones como una brasa y Carla Solsona, vecina de 28 años, empacaba sus mejores vestidos en bolsas de plástico. "Las llamas venían volando hacia nosotros, han recorrido kilómetros en menos de diez minutos. A las tres de la tarde se ha hecho de noche de golpe", relata desde la plaza del pueblo. Una glorieta que se llena y se vacía de humo, rescoldos y reflejos de llamas lejanas según soplara el viento. Sólo el olor a bosque quemado se pegaba al cuerpo como resina. "Ni con una ducha dejo de apestar. Nos hemos sentido muy impotentes, no se podía ver ni de aquí a esta farola", dice Carla señalando un poste de luz instalado a cuatro palmos de su cerveza.

La virulencia de las llamas también cogió por sorpresa a los expertos. "Ha sido el viento. De repente empezó a soplar y el fuego se ha vuelto salvaje, muy salvaje", confíaba un miembro de la brigada aérea de bomberos que pide anonimato. No puede volar de noche y aguarda sin dormir en el hotel Miralles a que salga el sol. "Me tumbaría en la cama, pero imposible descansar", apuntaba en tono sombrío. Su helicóptero sobrevolaba el incendio cuando éste engulló a cuatro de sus compañeros. "Casi pierdo el control del aparato, las ráfagas parecían olas de agua. Pero traían fuego".

El de ayer es, con diferencia, el incendio más grave del verano. En los tres años anteriores, los incendios forestales fueron muy escasos en Cataluña y siempre de pequeña extensión, escasa incidencia y pocos daños, con lo que se batieron récords históricos. El actual verano está siendo muy diferente. Los fuegos siguen afectando a pocas hectáreas, pero son muy numerosos y han provocado ya cinco muertos y elevados daños materiales.

Hasta ayer, el peor fuego calcinó 2 5.056 hectáreas el pasado 18 de julio, de las que 1.356 eran forestales, principalmente en las localidades leridanas de Agramunt, Oliola, Cabanabona, Torrefeta, Florejacs y Sanaüja. En este incendio murió un anciano cuando las llamas rodearon el coche en el que viajaba.

Bomberos de los GRAF, desolados por la muerte de sus cuatro compañeros.
Bomberos de los GRAF, desolados por la muerte de sus cuatro compañeros.JOSEP LLUÍS SELLART

Una unidad especial

Los Grupos de Refuerzo de Actuaciones Forestales (GRAF) son la punta de lanza de la lucha contra el fuego de los Bomberos de la Generalitat. Creados en 1998 por el entonces consejero de Interior, Xavier Pomés, a raíz de los grandes incendios que quel año asolaron la Cataluña central, son una mezcla de hombres de acción y analistas de laboratorio.

Se trata de una unidad técnica. Analizan la orografía, la dirección del viento y la humedad para prever cómo se comportará el fuego, y después actúan: se meten en el interior de los incendios, en las zonas más duras, con herramientas especiales y técnicas específicas y nuevas. Están formados por una unidad central, integrada sólo por ingenieros forestales, y pequeños grupos diseminados por toda Cataluña.

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