_
_
_
_
_
LA CALLE / Restaurantes
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Xemei

Al terminar de ver la película I soliti ignoti, he tenido el deseo compulsivo de ir a comer a un restaurante italiano. Me gustaría que mis compañeros de mesa fueran Marcello Mastroianni, Vittorio Gassman, Totò, Memo Carottenutto, Renato Salvattore y Tiberio Murgia, para que, beodos de vino blanco de Montecchia di Crosara, me confesaran quién había preparado la pasta coi cecci que devoran al final de la película con hambre almacenada durante lustros. Ante la imposibilidad de un deseo pospuesto hasta el día que me incineren, he decidido largarme solo al Xemei, restaurante especializado en cocina del Véneto y que me han recomendado amigos adictos a Italia, esté o no esté en el poder don Silvio, ex cantante de karaoke flotante en plena metamorfosis en Mao embalsamado.

Mamma mia! Una recomendación como la del Xemei te deja ver el valor de la amistad. Grazie, grazie e mile grazie. Este restaurante pequeño, con olor a focaccia, a pasta casera, a hierbas frescas, a sofrito, a amistad, demuestra que es posible comer fuera de Italia y sentirse como el príncipe Fabrizio di Salina. Baccalà mantecato, sarde en saor, spaghetti al negro con sepia o anciovi, fegatto a la veneziana con polenta, justifican la fama de una cocina que nutrió a Casanova y le dio el poder y las glorias que le hicieron el rey de bastos. El Xemei no tiene el poder de la Viagra, pero da felicidad, proeza que aplaza a las seis mi afiliación al club de los "nihilistas del mundo uníos". Max, el chef; Mauri, el encargado de sala, y Steffano, el ideólogo del invento, son los culpables del aplazamiento y de intensificar mi nostalgia por Italia.

Necesito volver a Italia. Retornar a esa tierra capaz de convertir la vida en un precioso absurdo, y el absurdo, en pura biografía. Pensaba empezar mi vuelta por la población siciliana de Messina, donde he leído que en la Trattoria Al Padrino es posible comer una pasta coi cecci como la que masticaban esos ladrones de poca monta. Pero el Xemei me ha hecho cambiar de parecer y empezaré mi viaje por el Véneto y sus trattorias. Espero que Brunetti acepte mi invitación. Y mientras paso estos meses preparando la huida, me resguardo en Pavese: "Sangue di primavera, tutta la terra trema di un anticco amore".

¡Viva Italia manque pierda!

- Lo más: los productos traídos de Italia.

- Lo menos: encontrar aparcamiento en la zona.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

- Dirección: Xemei. Paseo de la Exposición, 85. Teléfono 93 533 51 40

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_