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Una ayudante de Elena Francis recuerda en un libro su labor con las cartas censuradas

Durante cerca de 40 años, entre 1937 y 1984, estuvo en antena El consultorio de Elena Francis, que emitió con éxito arrollador Radio Barcelona, y Radio Peninsular (de RNE) en su segunda etapa. Cuatro locutoras melosas dieron voz a la consejera ficticia, que nació de la mano de una empresa de cosméticos y que a diario daba respuesta a las misivas de los oyentes con recomendaciones azucaradas que escribía... un hombre. Pero no todas las cartas superaban el filtro de la censura. Aquellas que trataban de temas que no encajaban en la moral de la época no salían por antena. Pero no quedaban sin respuesta. A los mensajes censurados respondía Pietat Estany, una colaboradora que en nombre de la consejera escribía a los que preguntaban sobre su secreta homosexualidad, la violencia doméstica o la soledad. Ahora acaba de recoger su experiencia en Estimades amigues (Dèria Editors).

Estany fue a parar a la trastienda del programa por azar. Un día tropezó con una oferta de trabajo en el diario: "¿Le gusta escribir?", decía el anuncio. Respondió enseguida. La entrevista no tuvo lugar en la radio, que no pisó nunca, sino en unas oficinas. Y en cuanto fue seleccionada, en 1975, comenzó a responder las cartas desde casa y frente a una vieja Olivetti. Los sobres le llegaban ya abiertos y nunca tuvo contacto con otros colaboradores. "Dicen que un cura hacía la censura. Yo no seguía el programa, porque me parecía ridículo, pero el país se paralizaba a la hora de su emisión", recuerda.

Alcoholismo y maltratos

Pronto Estany descubrió la cara oculta del programa: vender productos de belleza. "Las respuestas que se daban en antena eran una mera representación para quedar bien". Aunque, más que cartas, lo que enviaban las oyentes era un SOS. La mayoría relataban fracasos matrimoniales y en el epicentro del desastre solían estar el alcoholismo y los maltratos conyugales. "Le tengo la casa arreglada, ¿qué mas puedo hacer?', me decían. Tenía que responderles con tacto", rememora. Sin embargo, recomendó a muchas oyentes que denunciaran su caso, pero éstas estaban ancladas en sus maridos económica y emocionalmente. "En ocasiones sus problemas tenían difícil solución, necesitaban más bien consuelo y que alguien las escuchara". Desde el programa le pedían que se moderara en sus respuestas, pero la Elena Francis de los censurados dice que no cedió: no quería transmitir de manera subliminal "el mensaje de la resignación (cristiana)", como cuenta en el libro.

El consultorio se mantuvo hasta 1984, cuando la correspondencia comenzó a escasear. Para Estany, que ahora tiene 70 años, fue de algún modo una liberación dejar de leer las historias de aquellas mujeres que acumulaban tantas renuncias.

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