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Reportaje:

La cara pétrea del emperador

El Arqueológico de Cataluña dedica una exposición al retrato romano

Resulta difícil reconocerla si se tiene aún en la retina el rostro de la soberbia Livia que encarnaba la actriz británica Siân Phillips en Yo, Claudio. Pero ahí está, en mármol, con un juvenil e idealizado aspecto que hace que Tiberio, también pétreo y situado a su lado, parezca más su esposo que su hijo. La Livia que puede verse en la sede barcelonesa del Museo Arqueológico de Cataluña procede de las excavaciones de Paestum, ciudad grecorromana del sur de Italia en la que a mediados del siglo XIX el marqués de Salamanca había conseguido una concesión para realizar búsquedas arqueológicas. Así se hizo con una importante colección de antigüedades que, debido a las muchas deudas que arrastraba, acabó vendiendo al Museo Arqueológico Nacional de Madrid.

El museo barcelonés ha reformado este verano el ámbito dedicado a Roma

Ahora, gracias a que este centro está en obras de reforma, que se auguran muy largas, parte de sus colecciones están de gira por España en forma de exposiciones temáticas. Una de ellas es, precisamente, Rostros de Roma, la estupenda selección de 32 retratos romanos de diversa procedencia que puede verse hasta el 13 de septiembre en el museo barcelonés. Como cada domingo, hoy al mediodía hay visita guiada a la muestra y es una opción recomendable para conocer mejor el origen, evolución y características de una de las artes que mejor dominaron los romanos: el retrato.

La exposición, patrocinada por Caja Mediterráneo, se divide en tres grandes apartados. El primero es muy escueto, un apunte de los orígenes griegos del retrato representado con una pequeña escultura helenística en bronce que representa a Alejandro Magno y el busto de un filósofo, copia romana de un original griego. El segundo es, sin duda, el más espectacular. Contiene quince retratos imperiales -señal de identidad y poder que, a falta de fotos o papel moneda, se reproducía casi igual por todo el Imperio-, que representan a las principales dinastías. Destacan aquí, además de la impresionante escultura sedente de Livia, que se encontró enfrentada a la de su hijo Tiberio, retratos de Druso el menor (hijo del anterior y que murió envenenado), de Nerón niño, Domiciano, Séptimo Severo... También los hay de otros miembros de la familia imperial y aquí uno de los comisarios de la exposición, Bruno Ruiz, destaca el de algunas mujeres que permiten conocer también la evolución de las modas. Del peinado que luce Faustina la mayor (esposa del emperador Antonino Pío) en su retrato, por ejemplo, afirma: "seguramente llevaba extensiones" y recuerda que en la Roma imperial estaba ya de moda teñirse de rubio para competir con el exotismo de las esclavas germanas. La última parte se dedica al mucho más realista retrato privado, especialmente al funerario realizado en la época republicana.

Es una parte que enlaza a la perfección con lo que se exhibe en la reforma provisional que ha realizado el Museo Arqueológico de Cataluña de sus salas dedicadas al mundo romano. La estancia circular, en la primera planta, tiene un marcado carácter didáctico y refleja la organización de una ciudad romana y la vida cotidiana de sus habitantes a través de las mejores piezas que atesora el museo organizadas en apartados temáticos dedicados al sexo, la alimentación, la muerte y las creencias.

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