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Mas coloca al hermano de Felip Puig al frente del Servicio de Meteorología

Oriol Puig, físico, informará de las condiciones climáticas para regular el tráfico

El Gobierno de Artur Mas parece haber olvidado ya las duras críticas que vertió sobre el tripartito por haber situado a parientes de sus máximos dirigentes al frente de varios cargos de responsabilidad. Si no hay cambios de última hora, el Gobierno nombrará hoy a Oriol Puig Godes, hermano del consejero de Interior, Felip Puig, director del Servicio de Meteorología de Cataluña. Oriol Puig, que ya dirigió este organismo en los últimos años del pujolismo, asumirá un servicio que en los últimos días ha dado serios quebraderos de cabeza al consejero de Interior al haber recomendado retrasar la flexibilización de los límites de velocidad en los accesos a Barcelona por la presencia de un potente anticiclón.

Los conductores celebran el aumento del límite de velocidad

La falta de coordinación que ha habido durante todo este episodio entre Tráfico y Meteorología ha pasado factura a Felip Puig y al conjunto del Gobierno, que han tenido que admitir problemas de comunicación. Ahora Puig tendrá a su hermano al frente de uno de los organismos que aconsejará si la velocidad de los coches debe reducirse o no para paliar la contaminación. Con todo, Oriol Puig no dependerá orgánicamente de su hermano, sino del consejero de Territorio y Sostenibilidad, Lluís Recoder.

Oriol Puig, físico de formación y funcionario, conoce bien el Servicio Meteorológico de Cataluña. De hecho, fue su primer director. Sin embargo, desde 2006 se ha dedicado a los negocios privados. Figura como administrador de varias empresas y es propietario de una compañía llamada Capsigrany Investments SL, cuyo objeto social es la "adquisición, tenencia, administración y enajenación de toda clase de valores inmobiliarios y participaciones sociales".

Además del nombramiento de Puig, el Gobierno de CiU también tiene previsto nombrar hoy secretario de Comunicación del Gobierno a Josep Martí, periodista y autor del libro Eres de derechas y no lo sabes.

El Ejecutivo catalán también acabará de ajustar, o al menos lo intentará, en los próximos días los nuevos límites de velocidad en los accesos a Barcelona. Desde hoy los coches podrán ir más rápido en la C-31 norte, de entrada a Barcelona por el Maresme. Ayer, tras una semana de incertidumbres por las condiciones meteorológicas, los paneles marcaron 120 km/h en los accesos por el Garraf. Desde las dos de la madrugada se pudo correr más en la autopista del Garraf (C-32) y la autovía de Castelldefels (C-31). No obstante, el tráfico matinal y el mal tiempo truncaron el cambio, ya que a las siete de la mañana los radares marcaron un límite de entre 90 y 50 km/h. Hubo retenciones de hasta cuatro kilómetros en la C-32, a la altura de Sant Boi de Llobregat, y de un kilómetro en El Prat, en la C-31.

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Una vez aligerado el tráfico, los conductores pudieron apretar el acelerador; la mayoría celebraron un cambio que les permite correr más: "Es fantástico, maravilloso. Ir a 80 era excesivamente lento", opinaba Xavier Abel, empresario de 45 años. "Por la noche, ibas solo en la carretera, muy lento. Está bien que la circulación sea variable por la mañana", agregaba Carles Sempere, un informático de 42 años. La opinión de Sempere generaba consenso: la velocidad variable, que obliga a pisar el freno en algunos tramos para descongestionar el tráfico, ha sido una buena medida, a juicio de los conductores: "Las reducciones por la mañana funcionan muy bien", sostenía Juan Carlos Calvo, informático de 43 años. Usuario habitual de la C-31, Calvo veía "absurdo" tener que limitar su velocidad por la noche.

Otros conductores discrepaban. Ya sea porque rehúyen la velocidad en la carretera o porque temen su peligrosidad, rechazaban el aumento de velocidad que ha implantado el Gobierno de CiU: "Hay que ser prudente, aunque vayas a 80 km/h y te adelanten todos. Aumentará la contaminación, porque a más velocidad se genera más polución", sostenía Héctor Ávila, informático de 48 años. Más contundencia mostraba Vicente Miñán, jubilado de 72 años: "Antes de poner la limitación a 80 km/h, había un muerto cada día. Con la limitación, dejó de haberlos. Ahora volveremos a lo de antes. El tiempo, por desgracia, nos lo dirá".

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