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DIETARIO VOLUBLE
Columna
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El copista de Kubrick

Enrique Vila-Matas

1 - Regreso a Nueva York después de unos días en Boulder, junto a las Montañas Rocosas, cerca de Denver, Colorado. Allí no he dejado de pensar en Cosas que hacer en Denver cuando estás muerto, aquella película cuyo clima de fatalidad y horror no se olvida fácilmente. No tenía muchas cosas que hacer en Boulder, pero en medio de la apabullante desolación del lugar me encantó descubrir que la ciudad tenía historia. A Stephen King se le había ocurrido allí el argumento de The shining (El resplandor). Eso amenizó levemente mis horas en aquella especie de destierro y, además, me permitió comprender mejor por qué Kubrick, en su adaptación cinematográfica de El resplandor, le hacía decir a Jack Torrance (Jack Nicholson) esa frase que siempre me había parecido tan misteriosa: "¡Podría volver como un auténtico escritor y conquistar Boulder!".

2

- Al regresar a Nueva York jugando a volver "como un auténtico escritor", la nieve seguía ahí. Me pareció una casualidad no muy casual que al presidente Obama le fuera comunicada la renuncia de dos de sus altos cargos cuando estaba con su mujer, Michelle, leyendo a niños de una escuela de Washington un cuento sobre astronautas, Moon over star. Inevitable recordar que el 11 de septiembre Bush estaba en una escuela de Florida, también con un cuento infantil en las manos.

Cuando le llegó la noticia de las dimisiones, Obama acababa de decirles a los niños que él y su mujer, Michelle, habían ido allí porque estaban cansados de estar en la Casa Blanca. "¡Nos han dejado salir! ¡Nos han dejado salir!", añadió Michelle Obama, y los pequeños reían. Y en eso llegó la noticia de las dos dimisiones. En pleno cuento infantil.

Tampoco es que, con el tiempo que hacía ayer en toda la región, apeteciera mucho salir, ni tan siquiera salir de la Casa Blanca. Con esas condiciones climáticas regresaron ayer a Nueva York los amigos invitados al Festival de Cartagena de Indias, todos desconcertados por el fuerte contraste entre la jarana y el calor caribeño y la nieve imperturbable de la serena Manhattan. Me pareció también una casualidad no muy casual que uno de los recién llegados, sin saber que yo venía de Boulder, me hablara del libro que acababa de publicar Jack Torrance, el loco de El resplandor.

Sospeché de un hilo de nieve que lo uniría todo. Tal vez no lo sabemos, pero sólo cuando no está nevando nos olvidamos levemente del temible Torrance, cuya historia empieza para nosotros cuando es contratado para la labor de mantenimiento del vacío hotel Overlook durante los meses de invierno. Junto a su hijo, que tiene un extraño poder de premonición llamado resplandor, y su mujer, Wendy, se instalan en el hotel, situado en medio de la nada, donde Jack piensa aprovechar para escribir su novela. Pero con la llegada de la nieve quedan aislados, la carretera es cortada y a Jack le da por volverse loco.

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La escena más recordada por muchos es aquella en la que confirmamos su desequilibrio mental. Es un momento de terror metafísico. Wendy se acerca para ver qué está escribiendo y descubre que su marido ha estado tecleando convulsivamente una frase en la que se ha encallado y que repite con sólo ligeras variantes: "All work and no play makes Jack a dull boy".

3

- Se sabe que ese libro de Jack Torrance que contiene una sola frase fue escrito durante el rodaje por el propio Kubrick usando una máquina de escribir programable.

Ahora Torrance ha publicado en Nueva York un libro con esa frase convulsivamente repetida ("all work and no play...").

Bueno, Torrance no, claro. Quien lo ha publicado es Phil Buehler, un tipo obsesionado por el libro que el personaje de Torrance escribe en el hotel Overlook. Tan obsesionado estaba Buehler por este libro que ha terminado por escribirlo él mismo y autopublicarlo. Y al hacerlo se ha convertido en el Pierre Menard del libro de Kubrick. (Como se sabe, Pierre Menard es aquel copista que se convirtió en el otro autor del Quijote).

El libro de Buehler contiene 80 páginas con combinaciones de la misma frase. Las primeras 10 reproducen lo que la película muestra, es decir, las formas escalonadas que toman los epígrafes de Torrance, pero a partir de ahí -como Kubrick ya no mostró en la película el resto de su obsesivo libro de una frase-, Buehler se vio obligado a improvisar.

"Pensé: si se sigue volviendo loco, ¿qué aspecto irían teniendo esas páginas? Así que pasé de las escaleras a los zigzags y las espirales, y en definitiva a cualquier forma posible con una máquina de escribir", ha explicado Buehler, que admite que quedó bloqueado, al borde de la locura y de la demencia alucinatoria, en la página 60, pero de algún modo logró llegar a la 80 y cumplir con el volumen canónico.

Colgó su autoedición en la página web de Blurb y los 1.000 ejemplares de los que disponía se agotaron enseguida. La gente le pide reediciones, quieren tener en casa -como objeto de culto- este libro que Buehler anunciaba en la red como un texto "igual al mejor Beckett" (ya son pretensiones) y en el que se concentra "la lucha metatextual del Hombre contra la Máquina de escribir" (ya son ganas). El hecho es que Jack Torrance ha dejado de ser un personaje de novela y de película para convertirse en un interesante escritor debutante. Ahora sólo falta que publique un segundo libro para que sepamos que ha enloquecido del todo.

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