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La crisis centra el informe anual de la síndica de Barcelona

Àngels Piñol

La crisis llama a todas las puertas. La síndica de greuges de Barcelona, Pilar Malla, presentó ayer su informe anual, en el que subraya la emergencia de un fenómeno constatado ya por las entidades benéficas: que hay muchas personas a quienes la crisis les empuja a ir buscar soluciones a los servicios sociales. "Van a pedir ayuda para pagar el alquiler y les dicen que sí, pero luego, a la hora de la verdad, no hay dinero", explicó Malla, que alentó a la Administración a inventar fórmulas para ayudar a los más desfavorecidos poniendo en circulación, por ejemplo, vales de comedor.

La situación es delicada. Barcelona ha pasado en un año de 50.000 a 80.000 parados. El caso tipo es el de un trabajador autonónomo, casado y con hijos. "No son personas en riesgo de exclusión social: es gente que no llega a fin de mes y que te dicen que nunca en la vida pensaron ir a los servicios sociales", explica Malla, que ha instado a las administraciones a mejorar su coordinación para evitar el "calvario" de los ciudadanos. "Le he dicho al alcalde que no hay que estigmatizar a los pobres. Una idea es el vale de comedor", apuntó Malla, que señaló que en algunos distritos hay lista de espera para poder acceder a los comedores sociales.

Durante 2008, la síndica recibió 1.600 quejas de 1.900 ciudadanos. Y buena parte de ellas están relacionadas con la crisis; por ejemplo, los casos de familias a las que se les asignó un piso de protección oficial, aunque luego no pudieron ocuparlo porque los bancos no les dieron la hipoteca. La síndica admite que el Ayuntamiento no es el culpable, pero tampoco los ciudadanos, y recomienda al Patronato de la Vivienda alargar el plazo a las familias para pagar el crédito. En cualquier caso, Malla instó al Ayuntamiento a aumentar el parque público de pisos de alquiler y potenciar el mercado de la rehabilitación para generar puestos de trabajo en un momento en que la construcción está en crisis.

Quejas del Bicing

La síndica tira de las orejas al Bicing por la "lentitud" en resolver las reclamaciones de los usuarios, a quienes se les anula el servicio -a veces se tarda hasta cinco meses- cuando los abonos son anuales. Malla pide que se compense a los usuarios el tiempo perdido. Y otra cosa: reclama a los inspectores de TMB que actúen con "profesionalidad" y atiendan los argumentos de los viajeros a los que acusan de ir sin billete, porque a veces, precisa, se equivocan.

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