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ÁLTER EGOS ALTERADOS | Escrituras

Los cromos de la infancia

- Soy el despojo, el adorno feo que escondes en el fondo de la vitrina, la mierda que barres y ocultas bajo el sofá.

Mi presencia rompe el cuidadoso escenario de tu complacencia y buscas en los vertederos un rincón donde arrojarme. Pero no me escupirás de tus calles relucientes. Me quedaré aquí, aferrada al asfalto. Asida a los cuerpos que sólo ven en mí un trozo de carne. Porque ellos son mi única oportunidad de futuro. Soy la esclava que compra su libertad con semen, sudor y miedo. Miedo a la policía, a la deportación, a no poder pagar mi deuda, a los golpes, a los navajazos, a la enfermedad y, por encima de todo, miedo al fracaso.

Moriré antes que regresar pobre a Nigeria. Antes que enfrentarme al rostro acusador de mi madre en el aeropuerto. No. Yo no seré la burla de la familia, la inútil que no supo rescatarla de la pobreza, el fracaso que vuelve del norte. Si llego con dinero, me habré ganado su respeto. Como la prima Betty, que llegó de Italia y construyó su propia casa, con pozo de agua potable. Yo seré como ella y recorreré las calles polvorientas de Benin City en un flamante 4x4. A mi paso, las niñas soñaran con iniciar la partida, con recorrer casilla a casilla el juego del infierno, rezando para que algún día los dados las liberen de la prisión de la miseria.

Sé que te molesto. Sabías que existía, me habías visto infinidad de veces, pero evitabas mirarme. Ahora te han arrojado mi imagen a la cara y sólo quieres que desaparezca de tu retina. Yo también necesito que me olvides cuanto antes. Entiéndelo, sólo tengo mi juventud. La vida se me va en cada hora. Devuélveme mi calle y déjame tornarme, de nuevo, una sombra más en la noche. Unos kilos de carne. La escoria invisible.

-¿Un polvo, cariño? Son 30 euros.

-La mitad y me la chupas como tú sabes.

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- Ahora tengo una guarra por 15 euros. Una negra caliente para vaciarse. Un buen meneo y como nuevo. Están para eso, ¿no? Entre ellas y yo está todo claro. Ellas quieren pasta y yo un polvo. Ya se sabe, la ley de la oferta y la demanda. Compra y venta. Y además, ahora estamos en época de saldos. ¿Qué hay de malo en aprovecharse?

Dicen que algunas son esclavas de sus chulos. ¡Y yo qué sé! Nunca les he preguntado por sus vidas. Cuando uno va caliente no está para chácharas. Pero ellas tampoco parecen pasarlo muy mal. Yo creo que estas tías están hechas a todo. Al fin y al cabo, aquí deben de estar mejor que en su país, ¿no? Si no, se quedarían allí, en su tribu, criando hijos y muriéndose a los 30 años. Estas tipas son como animales. Sirven para lo que sirven. Para follar y para mamarla. ¿Y qué? Ya les gustaría a muchas de aquí hacerlo como ellas. Esas niñatas que van provocando todo el día pero que, después, nada de nada. Ésas sí que son unas malas putas.

Mucho hipócrita, eso es lo que hay. Ahora todos hablan de la Boqueria y parece que hayan nacido ayer. ¿Qué pasa, que nunca habían visto putas? ¡Pero si coges el coche y te las encuentras a docenas por todas las carreteras! Seguro que los que más se escandalizan son los más puteros. Pero ésos no van a la calle, no señor. Ésos pagan lo que no está escrito para acudir con sus zorras de lujo a hoteles discretos. Pero si quitamos el champaña y la bañera de hidromasaje, al final, queda lo mismo, carne a la venta.

-Así, negra, así. ¡Soy el puto amo de la calle!

- No quiero oírles, no quiero verles aquí, a dos pasos de mi casa. No quiero tropezarme con esos cerdos que las buscan cada noche, ni oír los gritos y las amenazas de sus chulos. El verano esparce sus orgasmos de pega, mientras a mí se me revuelven las entrañas. Que nadie se llame a engaño, no soy una recién llegada que bajó a este barrio atraída por quimeras canallas. He crecido en su vientre. He mamado su dureza y he aprendido a amar ese pálpito continuo que lo colma de olores, sonidos y rostros. Pero ahora, nos han robado la calle y el desvelo se cuela por las rendijas de nuestra casa.

Mi niña tiene 11 años y ya ha visto el coco de los cuentos. Sabe que hay monstruos que habitan en la oscuridad y yo agarro su mano con fuerza cuando llega la noche. Temo que la atrapen las sombras del dolor y de la obscenidad. ¿Qué pasará cuando tenga 15 años? ¿Le pondrán precio cuando salga con sus amigas? No quiero que las miradas de los babosos la desnuden por la noche. Como hacen conmigo cuando llego de trabajar. Cuando el miedo guía mis pasos y apenas me deja suspirar un ¡casa! al alcanzar el portal.

¿Por qué nadie nos ayuda? Los políticos nos regalan palabras, disimulan las heridas con maquillaje, mientras que nosotros sólo vamos sumando miserias. Droga, robos, prostitución... tenemos todos los cromos de la infamia. Cada vez más descarada, cada vez más cruel. Ahora, la policía patrulla en nuestras calles, pero sabemos que se irá tan pronto como dejemos de ser noticia. En el mismo instante en que otro juguete distraiga vuestra atención. Entonces, la calle volverá a ser de ellos.

http://alteregosalterados.blogspot.com

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