_
_
_
_
_

"El fuego nos rodeó y el cielo se volvió naranja, nadie sabe por qué estamos vivos"

Un auxiliar forestal que salvó la vida hace un año en el incendio de Horta recuerda la tragedia en la que murieron cinco bomberos de la Generalitat

Hoy se cumple un año de la muerte de cinco bomberos de la Generalitat en el incendio forestal de Horta de Sant Joan (Terra Alta). El reverso de la tragedia lo constituye un relato inexplicable, incómodo para la Generalitat y próximo al milagro, confiesan sus protagonistas. Apiñadas en el mismo infierno que los cinco bomberos que murieron, pero separadas por varias decenas de metros, 25 personas vieron las llamaradas acercarse, arrasar el bosque, levantarse e irse. "El fuego nos cercó y el cielo se volvió naranja por la radiación de las llamas. Estábamos cercados; pero, incomprensiblemente, el incendio nos rodeó y se fue", explica Marcos con el tono incrédulo de quien ya ha desistido de buscar explicaciones. "Nadie sabe por qué estamos vivos, por qué el fuego nos esquivó", recuerda sin traumas. Un año después, Marcos mantiene su sueño: ser bombero profesional. "El trabajo tiene su peligro, eso ya lo tengo aprendido", señala.

"Si nos hubiesen dicho la verdad, habríamos echado a correr"
Los familiares de los fallecidos siguen enfrentados al Gobierno catalán
Más información
Monumento en el corazón del incendio de Horta de Sant Joan

Marcos, nombre supuesto de un ex auxiliar forestal cercano a los 30 años, llegó el mediodía del 21 de julio de 2009 a Horta de Sant Joan para remojar y asegurar el perímetro de un incendio que casi estaba controlado. Dos horas después se encontró acurrucado y arracimado entre decenas de compañeros, bajo los trozos de una manta ignífuga, rodeado de fuego y muy cerca de donde estaba ocurriendo la mayor tragedia en la historia del cuerpo de bomberos de la Generalitat. El episodio permanece envuelto en polémica por lo que implica: la presencia de 30 hombres en un laberinto de pinos y piedras cuando el fuego empezaba a reavivarse por el viento. Una ratonera. Ningún mando les comunicó el peligro ni les ordenó marcharse. "No quiero enjuiciar esas cosas", tercia Marcos, que exige anonimato por temor a represalias. "Quiero ser bombero y puedo tener problemas por hablar ".

Hoy hace un año, Marcos era casi un aprendiz que empezaba su segundo verano como auxiliar forestal. Con ese grupo de novatos, "una quincena", se hallaban "8 o 10" bomberos profesionales. Entre ellos, los miembros del Graf de Barcelona, que salvaron las vidas de todos a golpe de astucia y de mentiras piadosas. "Nos dijeron que no pasaba nada y actuaron bien: si nos hubieran dicho la verdad, habríamos echado a correr". Ocurrió tan rápido que no les hubiera dado tiempo. Cuando vieron el fuego, ya no había vía de escape. "Los miembros del Graf sacaron unos sacos de dormir aislantes e ignífugos. Los rajaron y construimos una especie de manta escudo para meternos debajo". Al instante, percibieron el fuego sobre sus rostros.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Fueron siete minutos de parálisis. "Nos pasaron dos vendavales de fuego por encima. No nos atrevíamos a movernos". Nadie hablaba. Cuerpos arracimados y un único ruido: paf, paf. Los árboles explotaban. ¡Paf!". Pese al petardeo de los pinos, se oían gritos a través de los transmisores. "Más tarde vimos que venían de nuestro lado", explica. Luego silencio, frío, cielo anaranjado virando al azul. Sin tiempo para pensar, Marcos y el resto de auxiliares recibieron lecciones instantáneas sobre cómo trasladar heridos en camilla "Había varios cuerpos tapados con las mantas ignífugas. Otros inconscientes, otros...", precisa sin terminar la frase. Cogieron la camilla y realizaron dos viajes, desde la zona en que se hallaban los cinco componentes del Graf de Lleida que murieron hasta el helicóptero. Un camino de ceniza excepto donde se hallaba la manta que usaron. "Entonces nos dimos cuenta: todo estaba quemado. La suerte que tuvimos".

Marcos pide no extraer segundas lecturas de un suceso "que se ha politizado demasiado". En cierto modo, el calendario se paró el 21 de julio de 2009 en Horta de Sant Joan. La fecha en que murieron cinco bomberos aún domina la rutina de los que vivieron la tragedia en primera línea: parientes y amigos de las víctimas, vecinos de Horta, el cuerpo de bomberos. Este colapso quedará hoy plasmado en el homenaje a los fallecidos, al que cuatro de las cinco familias de las víctimas no asistirán en protesta por los roces tenidos con el Gobierno catalán.

Tras 12 meses de crispaciones, las tensiones se mantienen donde hace un año. La incapacidad para forjar un consenso deja la justicia como única vía para resolver los rencores que sobreviven a la tragedia. Las pesquisas de la juez de Gandesa, Laura María Martínez Salom, servirán para sopesar si esta imputa a responsables de la Generalitat por errores en la gestión del incendio. La decisión se tomará previsiblemente a finales de año, una vez pasadas las elecciones autonómicas de otoño. No es un dato menor en esta tragedia.

Parientes de los fallecidos señalan que mañana empiezan el decimotercer mes consecutivo de un duelo que se les hace eterno porque se ha ido reavivando a golpe de acusaciones y enfrentamientos de tinte político.

Pinos quemados en el incendio del año pasado en Horta de Sant Joan, talados para ser retirados de la zona.
Pinos quemados en el incendio del año pasado en Horta de Sant Joan, talados para ser retirados de la zona.JOSEP LLUÍS SELLART

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_