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LA CRÓNICA
Columna
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Aún hay esperanzas

Son las diez de la noche. En la zona de aguas del gimnasio Európolis se apagan todas las luces menos las que alumbran desde dentro de las piscinas. Suena música new-age. Antes de nadar el kilómetro de rigor mantengo una breve charla con Dani, el socorrista.

"A mí lo que me gusta es la canción medieval en esperanto", dice.

Soy cronista, estoy entrenado para tirar de esa clase de hilos.

Días después asisto a un ensayo del grupo Kaj Tiel Plu, en el salón de un piso más bien modesto. Me emociono. Mientras el septeto (son un octeto, pero hoy falta uno de los violinistas) entona una cantiga en esperanto pienso que no todo está perdido, que aún hay esperanzas, que quedan islas de singularidad en las que podríamos basarnos para repoblar un planeta devastado por la masificación de la estupidez.

Los trovadores de Kaj Tiel Plu traducen canciones populares occitanas o sefarditas, y cantigas de Alfonso X, al esperanto

Son tiempos difíciles, en los que hasta EPS -la prestigiosa revista de los domingos de este periódico- dedica páginas a las tribulaciones de ese inmenso trovador contemporáneo que es David Bisbal.

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¿En qué creer, en quién confiar? ¿Alguien nos susurrará al oído una canción de amor que no sea del todo a cien?

Los esperantistas (buen palabro) son prácticamente inaudibles, y los cultores de éste tipo de música, más bien escasos. Del cruce de las dos corrientes minoritarias resulta un subgrupo aún más exiguo, unas raras avis. Sus cánticos refulgen, en mi corazón, como diamantes encontrados en el barro.

¿Es el esperanto un vestigio de la época en la que millones de idealistas creían que estaban en los umbrales de una nueva humanidad?

No, desmienten los miembros de Kaj Tiel Plu. El esperanto es un idioma creado por L. L. Zamenhof en 1887 como una herramienta idónea para las transacciones comerciales o lo que hiciera falta. Sin carga ideológica.

Cuatro miembros del combo hablan esperanto. Ninguno de los ocho vive de las actuaciones ni de la venta de discos, obviamente. Uno es titiritero; el otro, educador de menores problemáticos; el de más allá, informático en paro, y el de acullá, profesor de piano. También hay un historiador del medioevo, un camarero y una estudiante de Filología Románica. Gente sanota.

Los cuatro esperantistas se conocieron a través de la Asociación Catalana de Esperanto, que organiza cursos y encuentros para fomentar el uso de esta lengua. No hablan en esperanto entre ellos porque la filosofía de este idioma es funcionar como el segundo de a bordo de todo el mundo.

El código universal de L. L. Zamenhof tuvo un auge inicial, luego languideció y ahora vuelve a florecer con fuerza gracias a Internet, lo cual no deja de ser tremendamente lógico, amén de auspicioso. Un buen punto de partida para los interesados es la página www.esperanto-ct.org, que por supuesto remite a un sinfín de sitios asociados o links.

Una de las ventajas de dominar esta lengua es que permite viajar a cualquier lugar del mundo y alojarse en casa de otro esperantista. Según mis interlocutores, más de uno aprende esperanto para poder aprovecharse de esa red. O para apuntarse a la juerga, ya que por lo visto los congresos tienen un tono agradablemente festivo.

Existe hasta un argot del esperanto. A pesar de ser una lengua intermitente y accesoria por vocación propia, evoluciona con el suficiente dinamismo como para que los mayores, a veces, no entiendan a los más jóvenes.

Por suerte hay distintas maneras de divertirse. Mientras el hombre masa de Ortega y Gasset se atiborra de fútbol; la mujer masa, de personajes espeluznantes, y ambos, de televisión desechable, los alegres trovadores de Kaj Tiel Plu ( el nombre significa "etcétera") se dedican a traducir canciones tradicionales occitanas, sefarditas o cantigas de Alfonso X al esperanto. Y a cantarlas en petit comité.

El octeto se apresta a grabar su segundo álbum. En el ámbito esperantista el disco más vendido alcanzó los 5.000 ejemplares. A través de la página web ya mencionada se puede acceder a un vasto catálogo de discos y libros.

¿Personajes prominentes que hablen o hayan hablado en esperanto? Pero ¡cómo no! Juan Pablo II, Pío XII, Andreu Nin (fundador del POUM), Carles Riba, Joan Amades, Francesc Pi i Margall, Mercè Rodoreda, el mariscal Tito, Charlie Chaplin, Cicciolina...

Los esperantistas suelen ser políglotas. Ferriol Macip, uno de los violinistas del grupo, elabora y presenta un telediario en occitano -variante gascona, no confundir con la versión de Languedoc- cada 15 días en BTV. Los sábados a las 11.05 y los domingos a las 13.20 horas. El músico y presentador, apodado Farri (no confundir con El Fary) luce una enorme tela de araña tatuada en el hombro. Además de las melodías tradicionales que interpreta con Kaj Tiel Plu, le gusta la música tipo ¡oi!, que va desde el punk rock más rancio hasta el ska superacelerado. Este estilo es característico, en el Reino Unido, de los redskins, o sea de, los cabezas rapadas rojillos. Ya ven: gente sanota, pero no amuermada.

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