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60 hectáreas de arrozales se convertirán en lagunas para recuperar el delta del Ebro

Las aves que nidifican en el delta del Ebro durante la migración para huir del invierno se han acostumbrado a reposar en los arrozales, pero el espacio natural que desde hace siglos las atrae a esta zona son las lagunas. El empobrecimiento de los humedales del delta, en retroceso por la disminución del caudal del río y el aumento de la superficie destinada al cultivo de arroz, entre otros factores, amenaza con reducir la biodiversidad de la zona.

Aproximadamente el 30% de las 325 especies de aves que emplean el delta como base para la migración invernal han reducido su presencia en la zona durante la última década, según datos del observatorio del grupo ecologista Gepec. Para revertir esta tendencia, la Generalitat y la Unión Europea subvencionarán a partes iguales un proyecto para convertir unas 60 hectáreas de arrozales en lagunas.

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Con la medida se pretende recuperar el bosque de ribera y el hábitat que convirtió el delta en uno de los humedales con mayor biodiversidad de la Europa meridional. "Es un proyecto importante para ver cómo se puede recuperar el ecosistema original del delta", explica Carlos Ibáñez, director del programa de ecosistemas acuáticos del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias de la Generalitat, que supervisará el proyecto.

La frágil biodiversidad de la zona del delta subsiste en un entorno extremadamente explotado, donde zonas urbanas y cultivos ocupan ya el 80% del parque natural. "La situación actual, con la intensa explotación agrícola y la reducción del caudal del Ebro, es insostenible", advierte Ecologistas en Acción. En esta zona, considerada de alta importancia ecológica, residen unos 50.000 habitantes, cuya principal actividad económica es el cultivo de arroz, que ocupa más de 21.000 hectáreas, el 65% de la superficie del delta.

Los agricultores se dedicaron tradicionalmente a los arrozales aprovechando los humedales abiertos por las lagunas. En este entorno, recuperar 60 hectáreas de uso agrícola para convertirlas en laguna puede parecer plantar un árbol en el desierto. "La extensión no es relevante, pero es un paso importante para el delta porque permitirá comprobar la viabilidad del proceso de convertir cultivos en lagunas", dice Ibáñez.

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El experimento costará unos tres millones de euros y tardará al menos cuatro años en concretarse. El objetivo es que en 2015 las nuevas lagunas sirvan para mejorar el estado ecológico de la Alfacada y la Tancada, humedales enclavados en el vértice sur del delta que se encuentran rodeados de arrozales e instalaciones de acuicultura actualmente abandonadas. El 50% del presupuesto lo aportará la UE y la otra mitad la Generalitat. Parte de los arrozales fueron adquiridos por el Gobierno catalán y el resto son propiedad de la Obra Social de Catalunya Caixa. Para medir el impacto, la Generalitat realizará un seguimiento continuado de los ecosistemas, con un censo mensual de aves y peces en las lagunas. "Es un primer paso necesario para calcular el impacto que produce en el delta recuperar parte del hábitat de ribera y de humedales", señala Ibáñez

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