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Los problemas de Ciutat Vella

Las instituciones tiran la toalla en la lucha contra la prostitución en el Raval

Ayuntamiento, Generalitat y Gobierno se confiesan impotentes para atajarla

Jesús García Bueno

Los vecinos y comerciantes del barrio del Raval que piden una solución frente al aumento de la prostitución, con zonas en las que el sexo se practica al aire libre, se toparon ayer con una frustrante respuesta de las administraciones. Todas ellas (Ayuntamiento, Generalitat y Delegación del Gobierno central) admiten su incapacidad para atajar el fenómeno, responsabilizan a las otras y recuerdan que la prostitución y el Raval llevan siglos cohabitando.

El Ayuntamiento de Barcelona sostiene que aplica con rigor la ordenanza de civismo, en vigor desde 2006. Sus guardias urbanos, dice, identifican a las prostitutas -la mayoría, sin papeles- y las trasladan al Cuerpo Nacional de Policía, que posee las competencias en materia de extranjería. Si esas mujeres no acaban expulsadas y regresan, al cabo de unos días, a La Rambla y alrededores, ya no es cosa suya, sostiene.

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La Delegación del Gobierno no entró ayer al trapo, pero subrayó: "las cosas no funcionan así" y que resulta imposible expulsar a mujeres "si no están bien identificadas". La Generalitat, entre tanto, intenta pasar de puntillas: los Mossos d'Esquadra se ocupan de la seguridad ciudadana, por lo que la polémica les resulta ajena.

Lejos de la arena política, los responsables de los tres cuerpos -que han participado en operaciones conjuntas- coinciden en que la gran dificultad de atajar una práctica que lastra la imagen de Barcelona como capital turística. Y remarcan que, en cualquier caso, la persecución policial "no es suficiente".

"La prostitución se metió en la ordenanza con calzador. Y fue un error, porque sin un marco normativo superior no sirve de nada. Lo único que se ha logrado es crear más problemas porque, al verse perseguidas, las mujeres se relacionan con el cliente de cualquier manera", detalla un agente de la Guardia Urbana con amplia experiencia en Ciutat Vella.

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Hostigar a las prostitutas, coinciden los policías, no da resultado. Por más agentes que salgan a patrullar, siempre habrá un rincón o un instante del día libres de vigilancia. Es cierto que la plantilla (formada por unos 2.100 agentes) se ve mermada el 60% cada verano, el periodo de mayor actividad en el Raval. "Da igual: si no están en la Boqueria, lo harán en otro sitio", remarca el agente.

"La prostitución se puede desplazar" de unas calles a otras cuando la presión es excesiva, "pero no es posible eliminarla". Entre otras cosas, porque tampoco se puede expulsar a las mujeres que la ejercen. La mayoría son inmigrantes extracomunitarias. "Cuando las sancionas, a veces ni se identifican. O carecen de domicilio. ¿Qué haces entonces?", se pregunta un policía. El agente tampoco puede detenerla porque, "a menos que esté practicando sexo delante de un menor", la prostitución no es delito.

En caso de estar en situación irregular, se hace cargo el Cuerpo Nacional de Policía. "Si no llevan documentos, pueden decir que son de donde quieren. Incoamos el expediente de expulsión, pero muchas veces sus países no las reconocen y se quedan aquí", admite un veterano agente de la UCRIF.

"La solución ha de ser transversal, y no sólo policial", explicaron fuentes del Departamento de Interior, que por ahora descarta elaborar una norma para regular la prostitución.

Dos prostitutas en la calle Sant Josep Oriol de Ciutat Vella.
Dos prostitutas en la calle Sant Josep Oriol de Ciutat Vella.EDU BAYER

BERTA MUÑOZ: "Barcelona se debe promocionar como ciudad de cultura"

"Barcelona se debe promocionar como una ciudad de cultura, y menos de viva la virgen", cree Berta Muñoz. Esta restauradora regenta un establecimiento cerca de La Rambla, y opina que no hay una única solución al problema de la prostitución en la calle, que sufre desde hace una década. En su opinión, son imprescindibles los burdeles regulados.

NOÈLIA DOMÈNECH: "He llamado a la policía y no aparece nunca"

Dos hombres atacaron a una prostituta. Noèlia Domènech, que accede a su vivienda por los porches de la Boqueria, llamó a la policía. "No vino", asegura. Se ha encontrado preservativos en las escaleras de su casa. Se opone a que se cierren los porches por la noche. "Los poderes públicos deberían instalar burdeles, como ponen narcosalas", apunta.

ÀLEX VILA: "Antes yonquis, luego vagabundos y ahora putas"

"Esto es un circo, una animalada", lamenta Àlex Vila. Regenta una charcutería en la Boqueria y cada mañana rocía la zona con litros de lejía para limpiar los restos de decenas de latas de cerveza, condones usados y alguna jeringuilla. "Antes venían los yonquis, luego los vagabundos y ahora las putas", afirma. Su solución: cerrar los porches de noche.

JOAN BAYÉN 'PINOTXO': "Espero que las imágenes hagan reaccionar"

"Espero que las imágenes [de las prostitutas manteniendo relaciones en la Boqueria] hagan reaccionar a las administraciones", confía Joan Bayén. El histórico dueño del Bar Pinotxo, que trabaja en el mercado desde hace medio siglo, dice que "allí siempre ha habido algo de conflicto", porque La Rambla es "un punto de encuentro de lo peor y lo mejor".

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Sobre la firma

Jesús García Bueno
Periodista especializado en información judicial. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona, donde ha cubierto escándalos de corrupción y el procés. Licenciado por la UAB, ha sido profesor universitario. Ha colaborado en el programa 'Salvados' y como investigador en el documental '800 metros' de Netflix, sobre los atentados del 17-A.

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