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"Me iré cuando me echen a patadas"

Los indignados trasladan hoy su protesta al parque de la Ciutadella para bloquear el Parlament - La ocupación de la plaza sigue "indefinidamente"

Rebeca Carranco

La comisión de convivencia en la plaza de Catalunya sigue en pie. Sentado en una silla roja de plástico, Glaucio Guerra, de 32 años, charla con un amigo. En otra silla, una guitarra; sobre el mostrador, una pintura abstracta. "Mi objetivo es que la gente esté bien", dice Glaucio sobre su permanencia en la plaza día y noche. "Y vamos a seguir con la obra social", añade. ¿Hasta cuándo? "Hasta que me echen a patadas", afirma, en un discurso contradictorio, en el que no queda claro desde cuándo está acampado ni cuál es su objetivo. De lo que no cabe duda es de que es un resistente.

Más de un centenar de personas permanecen en la plaza de Catalunya, a pesar de que el movimiento ha aprobado abandonarla poco a poco. Oficialmente, hoy a las siete de la tarde trasladan la protesta al parque de la Ciutadella, junto al Parlament. Ayer desde las redes sociales se anunciaban para hoy marchas desde Gràcia, Sants, Poble Nou o El Carmel para dirigirse a la Ciutadella. Asimismo se anunciaba que se habían enviado cartas a los diputados para que no asistieran al pleno que comienza mañana, y que tiene que debatir los Presupuestos, con el objetivo de que no haya quórum y la ley no pueda tirar adelante. El movimiento tiene previsto pasar allí la noche, con debates y charlas, y frenar mañana la entrada de los diputados en la Cámara. Quieren impedir que voten los presupuestos.

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El consejero de Interior, Felip Puig, advirtió la semana pasada de que un dispositivo policial velará por que los diputados puedan entrar en el Parlament. Pero ¿permitirán que los indignados acampen en el parque? La respuesta no está clara. El Ayuntamiento aseguró inicialmente que no, pero ahora pasan la patata caliente a Interior. Fuentes del departamento aseguran que dependerá del número de personas y de su actitud, entre otras cosas.

El parque de la Ciutadella cierra a las diez de la noche. Eso no impidió el 11 de abril que una cincuentena de militantes y simpatizantes de Solidaritat Catalana per la Independència tratasen de acampar en él. La Guardia Urbana les permitió la entrada, pero sin tiendas de campaña. Llegadas las diez de la noche, les sacó del lugar arrancando cebollas, como se conoce el sistema de tirar de las personas hasta quitarlas de donde están. Los indignados ya advirtieron el viernes pasado que no obedecerán a las autoridades. Además, han llamado a la población a participar en una cacerolada a las once de la mañana, también junto al Parlament.

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Hace días que el Ayuntamiento e Interior preparan un dispositivo policial conjunto de los Mossos y Guardia Urbana. Se teme que las personas que participen hoy en la acampada ya no tengan el carácter pacífico de la mayoría que hasta ahora se ha sumado al movimiento del 15 de mayo.

La escisión es evidente en la misma plaza, que está oficialmente desmantelada desde el domingo. Se decidió que solo se mantuviera un ágora de debate durante el día, pero la zona sigue llena de tiendas de campaña -más de una treintena- y permanecen en ella varias comisiones (la asamblea aprobó que se quedasen solo las de infraestructuras, información, sonido y extensión porque se consideran básicas).

Aitor Garrido, de 29 años, acampó en la plaza el primer día, el lunes 16 de mayo, cuando apenas había medio centenar de personas. Hoy continúa y no tiene intención de irse en breve. "Hay que seguir hasta conseguir unos mínimos", dice. Lo que a su entender significa "indefinidamente", aunque no explica a qué se refiere con "unos mínimos". "No somos antisistema", se defiende, y pone como ejemplo a su familia, "con dinero", con su madre médica y su padre actor de doblaje. "Dejé mi pareja y mi trabajo en Huelva y me vine aquí", cuenta, mientras se limpia la cara con unas toallitas. "Las cosas de palacio van despacio, pero es que estamos haciendo una revolución", advierte.

Ayer no se celebró asamblea en la plaza ni las habituales actividades de la tarde. Una decena de jóvenes elaboraban unas pancartas para hoy, pero se negaron a hablar con este diario "por lo que representa". Cristina McGown, de 24 años y profesora de inglés, y Dani Martínez, de 23 y también profesor, ambos de Igualada, se sorprendieron por la poca gente que había. "El objetivo era demostrar que podíamos tomar la plaza, hacerlo mientras fuese un símbolo, pero no quedarse indefinidamente", explicaba Natalia Cervera, traductora, de 45 años, que sigue en la comisión de información, pero solo de día. A su lado, un cartel en un poste plasmaba la división: "Nos kedamos".

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Sobre la firma

Rebeca Carranco
Reportera especializada en temas de seguridad y sucesos. Ha trabajado en las redacciones de Madrid, Málaga y Girona, y actualmente desempeña su trabajo en Barcelona. Como colaboradora, ha contado con secciones en la SER, TV3 y en Catalunya Ràdio. Ha sido premiada por la Asociación de Dones Periodistes por su tratamiento de la violencia machista.

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