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Columna
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Cinco millones largos de parados

No es posible ver en la prensa que España está llegando al nivel de 5,3 millones de parados (y que el 50% de los jóvenes están así) y pasar página para buscar las declaraciones de un entrenador de fútbol, por morbosas que sean. Hay que pararse, leerlo dos veces y preguntarse qué es lo que se debe hacer. A principios de 2010 dije, en la portada de un libro, que habíamos "tocado fondo", pero que podíamos estar un tiempo paseándonos por él, ya que habíamos parado el golpe, pero no habíamos resuelto nuestros problemas reales (competitividad, financiación, endeudamiento). Debo reconocer que, aunque veía la salida lenta y difícil, no esperaba que a lo largo de 2011 añadiéramos a la estadística otro millón de personas.

¿No ha habido un fallo de gobernanza en Europa que ha dejado a los países del euro a los pies de "los mercados"?

Algunas reflexiones, manteniendo abierta con preocupación la página de mi periódico:

1. Al estallar la crisis, con un crecimiento del doble de la media europea, teníamos 2,5 millones de parados. La crisis ha añadido, pues, casi tres millones, de los que alrededor de uno corresponde al sector de la construcción. ¿La estadística corresponde a la realidad? ¿Es creíble que en 2007 o 2008 estuvieran en paro 2,5 millones de personas y que, en cambio, llegaran masivamente personas de fuera y encontraran trabajo? ¿Responde al rechazo de algún tipo de trabajos, a trabajos ocultos? ¿Hay causas estructurales que lo expliquen? Las políticas para resolver el problema serán inútiles si no parten de cifras reales y no se analizan suficientemente los casos y las causas.

2. ¿Qué ha ocurrido los últimos 18 meses que ha añadido un millón de personas al paro? ¿Cuántas proceden de la disminución de los empleos públicos o vienen de las políticas de ajuste presupuestario? ¿Se ha acertado en la forma concreta y en el ritmo para conseguir estos ajustes, por otra parte necesarios? ¿Ha habido un cierto exceso de celo en estas políticas? ¿Ha faltado valentía para resistir imposiciones europeas o españolas que hacían peligrar la recuperación, como al fin se está empezando a reconocer? ¿No ha habido un gran fallo de gobernanza en Europa que ha dejado a los países del euro a los pies de "los mercados"? ¿No había fórmulas menos traumáticas basadas en el reparto del trabajo y no en la supresión de puestos?

3. Son urgentes medidas económicas y reformas para conseguir la reactivación, pero tengo el convencimiento de que, solo con un análisis mucho más fino y unas medidas mucho más específicas en cada caso, se puede conseguir la recuperación del empleo. No todos los parados son iguales. Hay personas que han perdido su empleo y que en un momento de recuperación económica podrán volver a encontrar otro de características similares. Son los más fáciles de reinsertar. Hay personas que, lógicamente, nunca volverán a trabajar en lo mismo de antes (pienso sobre todo en los parados, de muchos tipos, procedentes del sector de la construcción, aunque no solamente en este sector). Estas han de ser objeto de un reciclaje, tanto en conocimientos como en habilidades. También hay personas que no volverán a encontrar un trabajo asalariado, pero que son capaces de desempeñar una actividad por su cuenta y autoocuparse. Estas necesitan, además, una reconversión de actitudes y una formación añadida para una modalidad de trabajo que va a crecer mucho. También debe haber personas (más de las que creemos) que por diversas causas no aspiran a encontrar empleo...

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4. Pensar que de 23 millones de personas que podrían trabajar hay 5,3 millones paradas (¡casi una de cada cuatro!) es preocupante. Pero dentro de esta cifra, los 2,5 millones de 2008 son muy distintos y necesitan políticas distintas del millón de 2009, y ambos diferentes de los dos millones restantes. En una crisis como esta, las grandes decisiones políticas deben crear un entorno que favorezca, y sobre todo no entorpezca, los esfuerzos de los agentes que pueden crear empleo (empresarios, trabajadores, profesionales, docentes). En el tema del paro, los Gobiernos deben, además, bajar al detalle y estar más activos con políticas específicas, que hasta ahora faltan.

Cada momento tiene sus prioridades y en este la ocupación debe ser la primera. Cualquier medida presupuestaria debe ser analizada desde el punto de vista de sus efectos en esta área, y las políticas activas de creación de empleo no solamente no deben reducirse, sino aumentarse. ¡Hay que rectificar comportamientos!

Joan Majó es ingeniero y exministro.

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