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La muerte que llega del pasado

Jacinto Antón

Un legado mortal. UXB, unexploded bombs, es su denominación internacional. Bombas sin explotar, la peligrosa cosecha de la historia: se encuentran todavía hasta de batallas de la guerra civil norteamericana (Bull Run aún hace bum). Entre 2006 y 2009 se han hallado en Gran Bretaña más de 15.000 viejos artefactos explosivos, la mayoría de la época del Blitz, los ataques aéreos de la Luftwaffe de Hitler. Sobre Alemania, los Aliados lanzaron 1,9 millones de toneladas de bombas; se calcula que entre el 5% y el 15 % quedaron sin explotar. Los artificieros alemanes reciben dos o tres llamadas ¡diarias!; a veces los que encuentran las bombas son niños, jugando... Según los especialistas, harán falta 150 años para limpiar el mundo de bombas de la II Guerra Mundial. En 2004, frente a la costa de Colera, sin ir más lejos, fueron desactivadas dos minas marinas alemanas que seguían flotando con ciego e irreductible odio de hierro. En el sur del Líbano han quedado tantas bombas de racimo israelíes que se calcula que tocan a 1,5 por habitante. Laos tiene el siniestro récord de país más bombardeado: cinco millones de toneladas de bombas; un 30% no han explotado... aún.

Encontrar una bomba es duro, y si está enterrada, peor (recuerden a Kip, el sufrido zapador sij de El paciente inglés). El tiempo las ha vuelto inestables como quisquillosas viejas hurañas. En España los Tedax desactivan una porrada de la Guerra Civil cada año. En 2001, 1.200; en 2004, 1.045 (550 proyectiles de artillería, 450 granadas, 40 de aviación y 5 minas contracarro). Un error mortal es pensar que como son cosas antiguas no tienen ya peligro: las bombas están hechas para estallar y lo pueden hacer perfectamente 60 años después de lanzarlas. El deterioro del tiempo sólo las hace más letales, más malas. Es su naturaleza.

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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