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El mundo cultural de Tarragona se revuelve contra el Ayuntamiento

El alcalde de la ciudad admite la política "errática" pero pide tiempo

La cultura sobrevive en Tarragona con recortes presupuestarios, sin espacios habilitados y ante la fría pasividad del Ayuntamiento. Lo denunció ayer una plataforma inédita en la ciudad que, por primera vez, reúne 59 entidades culturales que se vuelven con una sola voz contra la planificación municipal. "La política cultural de la ciudad es errática y efímera. Ni hay plan cultural ni dinero ni interacción con ningún político", lamentó David Aragonés, portavoz de la iniciativa. El ejemplo de las entidades culturales fue tajante: tras solicitar reunirse con el área municipal de Cultura, todas recibieron idéntica respuesta: una puerta cerrada. "No nos dirigen la palabra", aseguraron. El alcalde de la ciudad, Josep Félix Ballesteros, dio la razón al manifiesto sin asumir ninguna culpa. "Es cierto, durante varias décadas no ha habido una hoja de ruta y la política cultural ha sido errática", admitió. "Pero eso no se arregla de un momento para otro", añadió con relación a que tomó posesión del cargo en 2007.

Es la única capital catalana sin salas de cine en su casco urbano

El debate se produce cuando Tarragona pelea por ser nombrada Capital Europea de la Cultura en 2016. La cita compite con el esfuerzo municipal para que la ciudad acoja los Juegos del Mediterráneo de 2017. La preferencia del Ayuntamiento parece clara. "Nos hemos volcado en los Juegos porque tenemos muchas más opciones de lograrlos. Pero es falso decir que este Ayuntamiento ignora la vertiente cultural de la ciudad", argumenta el equipo de gobierno. "Tenemos un presupuesto que no se puede ni comparar al de cualquier otra localidad catalana", lamentó Aragonés, que no detalló cifras.

Las entidades exigieron un diálogo "todavía inexistente" entre la planificación municipal y la vida cultural de la ciudad. "La cultura no la hacen las instituciones, sino los ciudadanos. Y aquí cada uno va por su lado", señaló Aragonés. Varias entidades subrayaron la inamovilidad de la que adolecen proyectos como el de la rehabilitación del viejo edificio industrial de la Tabacalera, que acumula tres años de retraso; el inexplicable estado de la necrópolis paleocristiana, que lleva 14 años cerrada al público y, de rebote, a las obras pendientes para su restauración. Los síntomas negativos alcanzan la cultura de masas: Tarragona es la única capital catalana sin salas de cine en su casco urbano. El más cercano se ubica en un polígono comercial a cinco kilómetros de la ciudad. "El problema es que ni hay plan ni calendario ni consenso", lamentó Aragonés.

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