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La nueva 'diplomacia' catalana

La Generalitat da un giro económico a su representación en el extranjero por la crisis - La acción exterior está diseminada en 70 oficinas sin coordinación

Àngels Piñol

La Generalitat ha concluido un plan de acción exterior que ordenará la actividad que realiza en el extranjero, que hasta ahora estaba diseminada en unas 70 oficinas sectoriales que dependían de departamentos diferentes. El texto, elaborado en los dos últimos años y que cuelga del Estatuto, ha sido aprobado por unanimidad por el tripartito y ha buscado el apoyo del mundo académico y la sociedad civil. La viceconsejera de Asuntos Exteriores, Roser Clavell, señala que una de las prioridades de las cinco delegaciones abiertas -las oficinas de mayor rango, en Londres, París, Berlín, Nueva York, y en marcha, Buenos Aires- es potenciar la actividad económica precisamente en estos tiempos de crisis. "Defendemos nuestros intereses culturales y sobre todo económicos", señala Clavell.

El plan ordenará la actividad de las 'embajadas' catalanas
El modelo para Cataluña es Quebec, presente en más de 40 países

El vicepresidente, Josep Lluís Carod Rovira, ha viajado por el extranjero todo lo que no se ha desplazado el presidente, José Montilla, nada aventurero respecto a sus antecesores. Acompañado de una delegación de empresarios, Carod se reunió en febrero con el alcalde de Río de Janeiro, Eduardo Paes. Y en marzo visitó Buenos Aires para ampliar el mercado argentino porque, dijo, con 14.000 empresas exportadoras, "Cataluña no puede depender de un solo mercado".

El plan de acción exterior está concebido para que dure un lustro y, por tanto, para que lo asuma el nuevo Gobierno, ya sea una reedición del actual tripartito o bien un gabinete de Convergència i Unió. "Hablé con Oriol Pujol [portavoz de CiU en el Parlament] y básicamente están de acuerdo con el texto", asegura Clavell. Pese a que le observa algún fallo, Jordi Vaquer, director del Cidob, otra de las entidades implicadas en la confección del plan, sostiene que es positivo que "la acción exterior no pase de un presidente a otro". "El plan busca acabar con esa imagen de cierto desorden que se daba en el exterior con diferentes oficinas. Tiene una narrativa y tiene coherencia".

El nuevo instrumento, que prevé crear plazas de funcionarios especializados en relaciones internacionales, detalla las prioridades del Gobierno catalán para el futuro, desglosadas en estos tres ámbitos: los vecinos prioritarios son Francia, Andorra y Marruecos; las áreas de negocio serán el Reino Unido, Francia y Alemania, y los mercados emergentes se sitúan de forma prioritaria en Brasil e India. Algunos expertos, sin embargo, advierten que el asunto de las inversiones, en un momento en que Madrid ha tomado la delantera a Barcelona en este capítulo, se aborda de soslayo y se despacha en apenas párrafo y medio.

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Clavell, en cualquier caso, bromea cuando explica que hacen maravillas con los 2,2 millones de euros al año, equivalentes a la construcción de 2,5 kilómetros de carretera e insuficientes para inaugurar este año la sede de México. En perspectiva está la de Hong Kong. Y en el horizonte queda un problema de difícil resolución: que España acredite al personal de las legaciones catalanas en calidad de agregados para que puedan realizar su actividad diplomática. Un portavoz de Exteriores apuntó que esa condición sólo la otorga el ministerio a funcionarios sectoriales, pero en ningún caso a representantes de una comunidad autónoma.

"La relación que tenemos con Exteriores es fluida, pero ineficaz. Siempre nos dicen: 'Es que si lo pedimos nosotros vendrán los demás detrás'. Vale. Pero somos nosotros quienes estamos ahora aquí", describe Clavell. Dice que tiene un montón de temas bloqueados: "Es un problema de voluntad política. Si Generalitat es Estado, lo debería ser para todo. Venimos a sumar y no a restar", lamenta. Su espejo es Quebec, que cuenta con cerca de 40 oficinas diseminadas por el mundo. Canadá sí concede ese tipo de acreditaciones a los empleados francófonos, de la misma forma que Bélgica lo hace con los de Flandes. En Escocia apenas lo necesitan. "Ya sólo por el whisky les conoce todo el mundo", dice Clavell. No es precisamente el caso de Cataluña, que, soterrada por la marca Barcelona y la marca Barça, tiene que presentarse en la Feria de Shanghai como "Cataluña, el país de Barcelona".

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