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Su perro, por las escaleras

Maçanet de la Selva multará con hasta 30.000 euros el uso del ascensor con animales domésticos

Rebeca Carranco

Tro ya no podrá subir en un ascensor. Tampoco podrá comer por la calle, ni entrar en establecimientos donde se vendan comestibles, ni vivir sin una plaquita que diga cómo se llama y quién es su dueño, y un chip que le identifique. Tro es el perro de David Guitart, de 24 años. El hombre y su mejor amigo viven en Maçanet de la Selva (6.611 habitantes), en la comarca de la Selva. Una nueva ordenanza del Consistorio regula la tenencia de animales y prohíbe que perros, gatos y demás animales domésticos suban y bajen en ascensor acompañados de sus dueños. Las 52 páginas de la normativa regulan también cosas como el número de animales que se pueden tener en un piso: dos perros, tres gatos y dos hurones. Uno más de cada especie si se vive en una casa aislada. Pero la suma de todos ellos no puede superar la cifra de seis mascotas en el hogar. Un propietario que tuviera por ejemplo dos perros, dos hurones y cuatro gatos tendría que pedir un permiso especial al Ayuntamiento para constituir en su casa un núcleo zoológico por el "riesgo sanitario". Quien no respete estas normas se enfrenta a multas que van de 60 a 30.000 euros.

"¿Y si hay un perro que tiene mal las patas de atrás, qué se hace?", pregunta David Guitart. Él entiende que no debe llevar a Tro suelto, pero lo del ascensor le parece un exceso. Joaquim C., de 52 años, da la razón a David. Y añade: "De la acera hacia adentro es tu casa. ¿Por qué se mete el Ayuntamiento?". El alcalde, Alfons Soms (PSC), asegura que la finalidad primordial de la normativa es evitar el abandono. El año pasado aparecieron en las calles 102 perros sin dueño. Eso supone el 60% más que en 2007, según Soms. "La ordenanza tiene que recoger todos los puntos que tratar sobre los animales y es importante que exista para concienciar a los ciudadanos", explica. La norma está en fase de exposición pública y no se aprobará hasta el próximo pleno, dentro de dos meses.

El objeto de la ordenanza, dice Soms, no es multar a los vecinos, sino que sepan cómo tratar a sus animales para una convivencia ordenada. "No habrá campañas de inspección, pero cuando se detecten situaciones irregulares, se sancionará", dice. Aunque quisiera, el Ayuntamiento tampoco tiene los medios para controlar que ningún animal suba en un ascensor, que los restaurantes tengan un cartel en el que se diga si permiten o no el acceso de mascotas, o que un perro no se pase más de ocho horas atado o más de tres encerrado en un coche. El municipio cuenta con una plantilla de nueve vigilantes, que hacen funciones similares a las de policía local porque Maçanet no cuenta con este cuerpo de seguridad. "Ahora mismo somos uno por turno. Nos encargamos de muchas cosas. Tendremos que actuar a partir de las quejas de los vecinos", reconoce uno de ellos.

En el pueblo hay voces a favor y voces en contra de la nueva ordenanza. Una vecina de 58 años, que prefiere no identificarse, reconoce que le molesta que los perros suban en el ascensor de su finca de cuatro plantas porque huelen mal. "Pero hay cosas más importantes que regular", se queja igualmente la mujer. Antonio, de 30 años, ve ánimo de lucro en la iniciativa municipal. El hombre regenta un bar en la plaza principal del municipio. "Pienso dejar entrar a los perros, hasta ahora ninguno me ha dado problemas", asegura.

La ordenanza prohíbe también las atracciones de feria con animales y el tiro al pichón, y obliga a los dueños a limpiar las defecaciones de sus animales y desarrolla la normativa de tenencia de bichos peligrosos, exóticos o salvajes.

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Sobre la firma

Rebeca Carranco
Reportera especializada en temas de seguridad y sucesos. Ha trabajado en las redacciones de Madrid, Málaga y Girona, y actualmente desempeña su trabajo en Barcelona. Como colaboradora, ha contado con secciones en la SER, TV3 y en Catalunya Ràdio. Ha sido premiada por la Asociación de Dones Periodistes por su tratamiento de la violencia machista.

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