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Mas promete ahora suprimir a plazos el impuesto de sucesiones

El Gobierno catalán intentó disimular ayer el conjunto de despropósitos y los vaivenes que han rodeado la supresión del impuesto de sucesiones. Lo hizo con una fórmula muy similar a la utilizada por el expresidente José Montilla en las habituales disonancias del tripartito: que se calle todo el mundo y hable solo el presidente. Artur Mas intentó satisfacer a sus socios de Unió Democràtica asegurando que el impuesto se suprimirá, tal como consta en el programa electoral, pero dijo que esto se hará a plazos y no de forma "inmediata" como dice el programa electoral de CiU. Mediante esta fórmula el Gobierno intentará un acercamiento al PSC, cuyos votos se prevén decisivos para aprobar los presupuestos.

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En declaraciones a la cadena SER, Mas cambió el discurso por enésima vez. Si hace dos semanas era vital cumplir el programa y eliminar ya el impuesto, ahora puede que no se haga "de golpe", sino en cuatro años."Lo que no podemos hacer es la eliminación total y absoluta de golpe", dijo Mas, contradiciendo así al portavoz de su Gobierno, Francesc Homs, que la semana pasada se jactaba de que con la eliminación del impuesto este año CiU se disponía a cumplir a rajatabla su programa electoral. Un Homs mucho más lacónico admitía ayer que el único autorizado para hablar de este impuesto es el propio presidente de la Generalitat, que comparecerá una vez limados los desacuerdos. Esto debería ocurrir en las próximas dos semanas si no hay nuevos enfrentamientos. De esta manera, Mas busca cerrar una crisis que abrió la semana pasada Josep Antoni Duran Lleida al anunciar al margen del Gobierno la supresión del impuesto y que el secretario del Ejecutivo, Germà Gordó, agudizó al decir que, en realidad, la tasa solo se suprimiría en parte.

Lo que no quedó claro ayer de las palabras de Artur Mas fue si los progresivos cambios del Gobierno sobre sucesiones culminarán con la eliminación total del tributo o con la exención solo para hijos y nietos, de manera que primos y sobrinos sigan tributando. Unió Demoràtica busca la supresión total del impuesto, que en la actualidad ya solo pagan las capas más favorecidas y que legan grandes cantidades.

El gesto de Mas fue interpretado como un intento de contentar a todos, aunque de momento su eficacia está por demostrar. El PSC ha dicho claramente que, si hay reducción, este año no votará los presupuestos. Está por ver si el Gobierno de CiU logra convencer al Grupo Socialista de que una reforma a plazos puede ser considerada un aplazamiento. Pero este no es el único gesto que Artur Mas ha hecho hacia los socialistas catalanes esta semana con vistas a los presupuestos. La cumbre contra la crisis que el viernes reunirá en una misma mesa a todos los partidos y agentes sociales puede convertirse en el escenario perfecto para escenificar acuerdos entre CiU y el PSC, dada la voluntad manifiesta del Gobierno de convertir a los socialistas en interlocutores prioritarios. El PSC se hizo el remolón ante la oferta, informa Maiol Roger. Laia Bonet, portavoz parlamentaria socialista, hizo equilibrios entre las duras críticas a la gestión comunicativa del Gobierno y la cautela. Bonet cargó por las discrepancias entre Convergència y Unió. "Mas y Duran vuelven a su rivalidad histórica", expuso la diputada, que prefirió pasar de puntillas por el impuesto de sucesiones.

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