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Reportaje:

Los puntos negros del carril bici

Mala señalización, ubicación peligrosa o interrupciones sin aviso son algunas de las causas de la peligrosidad de la red que Barcelona dedica para uso de las bicicletas

Barcelona

En sólo 10 años, Barcelona ha pasado de cero a 124 kilómetros de carril bici. Una red que ha animado a muchos ciudadanos a hacer del pedaleo su modo de transporte cotidiano. A falta de cifras oficiales, las asociaciones y comercios del sector de la bicicleta hablan ya de entre 30.000 y 50.000 usuarios diarios. Pero la red de carriles bici tiene un buen número de puntos negros. Sea por la señalización, porque terminan en seco o porque comparten espacio con peatones, perros y motos, pueden convertirse a veces en peligrosos y otras en confusos, cuando no desaparecen sin aviso y dejan al ciclista urbano con cara de póquer. Éstos son algunos de estos puntos conflictivos:

- Meridiana-Glòries. Con la llegada del tranvía, la urbanización del entorno de la plaza de las Glòries ha supuesto, a la vez, una mejora y un empeoramiento para el tráfico de los ciclistas. La mejora es la segregación con una pieza de hormigón del carril en el tramo de la avenida Meridiana que discurre entre el anillo y el parque de la Ciutadella, una separación que lo convierte en muy seguro. Sin embargo, el carril bici ha sido literalmente borrado en la circunvalación de la plaza, lo que obliga a los ciclistas a molestar a los peatones en un tramo estrecho y con un considerable desnivel. Ya cerca de la parada del tranvía, deben acordarse y esquivar la señal de tráfico que hay justo a la altura de la cara de un ciudadano de estatura media.

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- Gran Via. El carril bici de la Gran Via, como el Guadiana, aparece y desaparece. Y lo hace sin avisar. Muy útil entre la calle de Marina y el paseo de Gràcia, desaparece de un plumazo y no se reanuda hasta Urgell. En este tramo, el ciclista no tiene otro remedio que bajar a las calzadas laterales o saltar literalmente entre las aceras centrales -tanto las de lado mar como las del de montaña- ya que en ese tramo no hay vados adaptados. Los cruces en esa zona son más peligrosos porque no hay semáforos de bicicletas y, por tanto, los conductores de vehículos de motor no son conscientes de que hay paso de ciclistas. Especialmente complicada es la esquina de la Gran Via con la calle de Entença, donde la fase semafórica para los coches es tan corta que se quedan parados justo encima de la señalización de los ciclistas. Éstos pueden optar entre esperar o sortear los coches, con el peligro de ser arrollados por algún autobús.

- Provença, Consell de Cent o Diputació. Parecidas desapariciones se producen en los carriles bici de estas tres calles. En el caso de Provença, el carril discurre entre Dos de Maig y el paseo de Gràcia y está segregado del resto del tráfico por espacio de aparcamiento; su solución es quizá complicada porque requeriría reurbanizarlo por entero. En cambio, en los de Consell de Cent y Diputació, el primero nace en la calle de Urgell y el segundo en la de Tarragona y ambos mueren en Marina, bastaría con prolongar con pintura la señalización del firme.

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- Diagonal / Mallorca y Diagonal / Aragó. Tan útil en otros tramos, en el carril bici de la avenida Diagonal en estas dos intersecciones, el ciclista urbano tiene dos opciones: jugarse el tipo en un cruce en el que confluyen al menos tres grandes vías y abundan las furgonetas aparcadas sobre el carril o bien realizar una gincana siguiendo unas indicaciones a menudo incomprensibles. En algunos tramos es incluso imprescindible subirse a la acera, con el consiguiente enfado de los peatones.

- Paral.lel. Es uno de los carriles bici más prácticos porque comunica la parte baja del Eixample con la Barcelona marítima. Pese a que el carril bici está segregado, hay dos cruces que son especialmente peligrosos porque falta señalización semafórica o la que hay es más que discutible. Eso ocurre, por ejemplo, en el cruce de la calle de Calabria, en el que los vehículos que circulan por el Paral.lel -incluidos los autobuses- pueden girar precisamente cuando la fase del semáforo del ciclista está en verde. Los sustos -y caídas- son diarios. El problema de la señalización semafórica se vuelve a repetir en el cruce de Urgell, donde la fase de paso del ciclista coincide con el giro de los vehículos del Paral-lel a Urgell.

- Plaza de Espanya. El problema del carril bici de la plaza de Espanya es que no existe, a pesar de que en este importante nudo viario confluyen tres de los carriles más utilizados por los ciclistas: el de Gran Via en dirección a L'Hospitalet, el de Paral.lel y el de la calle de Tarragona. Si a esto se le suma la dificultad de paso que para todo el mundo suponen las obras de la plaza de toros de las Arenas, el lío está servido. La única opción es transitar encima de la acera y entre los peatones.

- Colom. Al final de la avenida del Paral.lel, al llegar al paseo de Josep Carner, el carril obliga a rodear el edificio de las Drassanes, pero muere súbitamente. Entonces no queda otro remedio que subir a la acera y, tras cruzar el paseo de Colom por el paso de peatones, lidiar frente a las golondrinas con grupos de turistas, un puesto de helados y taxistas, que en este punto suelen estar de mal humor. Es cierto, sin embargo, que a partir de ahí y a uno y otro lado -hacia el Moll de la Fusta o hacia el rompeolas- los carriles son muy prácticos.

La conexión montaña-mar

E l mapa actual del carril bici de la ciudad de Barcelona muestra que la mayor parte de ellos son en sentido Besòs-Llobregat o a la inversa. Hay pocos que atraviesen la ciudad en sentido montaña-mar. Sobre todo en la parte intermedia, desde la Diagonal hacia el litoral, que es la que tiene una pendiente menos pronunciada. Según las previsiones del Ayuntamiento de Barcelona, que lleva años elaborando un plan director de la bicicleta que no acaba de plasmarse en nada, son precisamente las conexiones montaña-mar las que tienen que incrementarse. En los planos municipales se prevén, por ejemplo, dos carriles bici en las calles de Viladomat y Comte Borrell, y otro en la Rambla Catalunya que continuaría por La Rambla hasta el Portal de la Pau. Otros dos más pequeños en las calles de Lepanto y Marina desde el entorno de la Sagrada Familia hasta la Diagonal. También dibuja conexiones con la parte alta de la ciudad con carriles que llegan, por ejemplo, hasta la plaza de Sarrià, o suben desde la plaza de Lesseps hasta la Ronda de Dalt.

Existe asimismo la previsión de que las dos nuevas áreas que se desarrollarán en la ciudad en los próximos años, el 22@ y la zona de la Sagrera-Sant Andreu, tengan una red de carril bici muy amplia. En especial en la zona del Poblenou del 22@ y todo el frente marítimo en el que actualmente se transita alternativamente entre la calzada y las aceras de forma un tanto desordenada.

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