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Columna
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Se reencarna de noche

Perdonen el graciosísimo título, pero es que la cosa no es para menos. Aunque parezca una broma, me he topado con una espectacular noticia en La Vanguardia del jueves. Dice: "El Dalai Lama ya ha advertido que no piensa reencarnarse dentro de las fronteras de la República Popular China -léase el Tíbet- si el territorio no goza aún de autonomía".

Como lo leen. Al Dalai Lama no le da la gana de reencarnarse en China si no le dan la autonomía. Esto sí es una amenaza, hombre. Y además, muy coherente con la manera de pensar del gran Dalai, siempre tan pacifista. "¿Que no me dais la autonomía? Pues ahora no me reencarno, ¡hale! Os aguantáis. Que se reencarne la Dalai Rita, que a mí no me da la gana de reencarnarme en vuestro territorio". En la misma noticia se explica por qué. "Para evitar que otra alma transmigrada sea secuestrada por los comunistas". Y lo comprendo. Ya se sabe que los comunistas, a pesar de su materialismo, no tienen otro afán que secuestrar almas transmigradas. Aunque lo hagan sin querer, claro. Para un alma transmigrada, deambular por territorio comunista debe de ser mucho más penoso. Si no fuese así, con salir del territorio lo tenía arreglado. Pero en un ambiente comunista, un alma no debe de flotar igual.

Debo confesar que he pecado de ligereza con el Dalai Lama. No he sabido comprender del todo a este ser superior. Hace unos años, cuando tenía que acudir al Fórum de las Culturas a dialogar, ¿se acuerdan?, canceló el viaje "por estrés". Entonces, no lo supe entender y hasta me burlé un poco de él. Pensé que un hombre cuya obligación principal es fusionarse con el cosmos no podía tener estrés. Pero ahora lo veo diferente. Reencarnarse y encima reencarnarse en un territorio concreto es una esclavitud. No es lo mismo una reencarnación que un parto programado. Una siempre había pensado que la reencarnación te venía automáticamente al morir y que si te morías en plena noche y en pleno diálogo del Fórum, pues tenías que apechugar y dejar que tu alma saliera a vagar por encima de la depuradora hasta que entrase en el cuerpo del otro Dalai. Pero no.

Supongo que las embajadas de los principales países democráticos no tardarán en hacerle ofertas al Dalai Lama para que se reencarne en sus territorios, con toda comodidad. Es un reclamo turístico de gran magnitud. En Marina d'Or, por ejemplo, donde están construyendo réplicas de las grandes maravillas europeas y mundiales, como la torre de Pisa (supongo que de Pladur), seguro que estarían encantados de poder ofrecer "auténticas reencarnaciones" en el interior de las réplicas de sus templos budistas. Y hasta algún millonario podría hacerle la oferta de intentar reencarnarse en vida en su mansión. En fin, lo único que me duele de todo esto es que el Dalai Lama sí sabe cómo pedir la autonomía. A ver si los de Esquerra Republicana, después de haber fichado a Asha Miró, símbolo de integración, se deciden también a fichar a algún budista de los del Garraf.

moliner.empar@gmail.com

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