Las reservas del área barcelonesa caen un punto por semana pese a las lluvias
Llueve intermitentemente sobre Cataluña, pero las reservas del área barcelonesa mantienen una senda descendente, al ritmo de un punto porcentual por semana, constante a lo largo del último mes. El sistema Ter-Llobregat, que abastece a 4,5 millones de habitantes, alcanzó el 64% de su capacidad a mediados de septiembre. Ayer se situó en el 60,1% pese a que entre ambas fechas han mediado nueve días de precipitaciones, según registros del Meteocat.
El declive revela que el territorio, acosado por una demanda que supera a la capacidad de almacenaje de los embalses, necesita algo más que lluvia. El dato parece quedar en segundo plano tras el colchón de reserva obtenido gracias a las cuantiosas precipitaciones de mayo y junio.
Aquellos aguaceros alejaron la sequía: la relegaron, concretamente, al noreste del territorio catalán. La cuenca del Muga, aislada del resto de redes hídricas y que nutre de agua a unos 110.000 habitantes censados, se reseca mes a mes alcanzando números de alto riesgo. Ayer, las reservas del embalse de Boadella -el único que abastece a esta zona- se deslizaron hasta el 23,3% de su capacidad. Hace un año contaba con el 28,3%, en consonancia con una Cataluña cuyas cuencas internas apenas sobrepasaban el 34%.
Hoy la situación no es tan distinta, a tenor de las restricciones leves que se mantienen en el área de Barcelona. Entre aquella sociedad abrumada por la falta de agua y la actual media un abismo sorprendentemente fácil de remontar: cinco meses sin lluvias importantes volverían a encender la alarma, calculan técnicos de la Agencia Catalana del Agua.