_
_
_
_
_

Una serie documental revisa la obra de cineastas que combatieron el franquismo con sus cámaras

'Crònica d'una mirada', que emitirá el 33, rescata filmes olvidados de las décadas de 1960 y 1970

Rodaban a escondidas, con miedo a ser detenidos por la policía del régimen al más mínimo descuido. Una vez montadas las películas, sólo podían exhibirlas clandestinamente, en ateneos, parroquias o cineclubes, donde después los espectadores conjurados para ver la secreta proyección debatían sobre lo visto. Eran los años oscuros del franquismo, y éste era el modo en que estos cineastas, aficionados o profesionales, combatían la dictadura. Cuatro décadas después, una serie documental, Crònica d'una mirada, recupera ese material fílmico olvidado. El canal 33 la estrenará en la noche del próximo domingo.

La serie tiene sus orígenes en un libro jamás publicado, escrito en el año 1976 por el cineasta Llorenç Soler -uno de los creadores incluidos en esta corriente, entre cuyas películas recientes se cuentan las comprometidas Lola vende cá y Saïd, sobre el mundo gitano y la inmigración marroquí, respectivamente- y por el historiador Joaquim Romaguera. La investigación acerca de aquellos directores que esquivaron la censura como pudieron y filmaron con libertad y sensibilidad la sociedad en la que vivían, llegó a manos de Manuel Barrios, director de Crònica d'una mirada, que vio enseguida la posibilidad de convertir el intenso y extenso trabajo de Soler y Romaguera en una serie documental.

Ayer, fue presentada en un espacio tan idóneo como la Filmoteca -en cuyos archivos permanecía conservado una parte del material- por el propio Barrios, junto al jefe de programas de la cadena autonómica, Francesc Escribano, y el responsable de documentales, Jordi Ferrerons. Entre el público, los verdaderos protagonistas de Crònica d'una mirada. Entre ellos, Llorenç Soler, Antoni Lucchetti, Pere Portabella, Pere Fagès y Jordi Bayona. Algunos integrantes de este movimiento siguieron en el cine; otros tomaron distintos caminos.

Escribano explicó que, aunque el objetivo primero de la serie televisiva era la revisión de la filmografía olvidada de estos creadores -también con la proyección íntegra de algunas de sus cintas-, el resultado de la misma ha acabado siendo un homenaje a su empecinamiento en querer captar una realidad que nada tenía que ver con la que vendían los estamentos oficiales.

Seis capítulos

La serie, que el 33 emitirá los domingos a las 22.50 horas, consta de seis capítulos de 45 minutos. En ellos, se abordan temas como la emigración, que ilustran, por ejemplo, filmes de Llorenç Soler (Será tu tierra, 1966, y Largo viaje hacia la ira, 1969), Antoni Lucchetti (No se admite personal, 1968) y Helena Lumbreras y Mariano Lisa (El campo para el hombre, 1974, y O todos o ninguno, 1976); las redes clandestinas de distribución de las películas o el compromiso político, que aborda La censura del franquismo (1972), de Manuel Esteban, hoy presidente del Colegio de Directores de Cataluña, y El sopar, de Pere Portabella, cinta rodada en 1974, el año de la ejecución de Salvador Puig Antich.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Otros cineastas cuya obra recupera la serie son Carles Barba, Enric Ripoll, Josep Maria Ramon, Joan Gabriel Tharrats, Jacinto Esteva, Pere-Joan Ventura -autor de El efecto Iguazú, sobre la acampada de los trabajadores de Sintel-, Josep Miquel Martí Rom, Joan Martí, José María Nunes, Antoni Padrós, Joan Baca, Bartomeu Vilà, Joan Mallarach y Antoni Martí.

Llorenç Soler -que rodó Será tu tierra por encargo del Patronato de la Vivienda para que sirviera de propaganda de su obra social y terminó en el cajón de un jerarca porque no respondía a sus propósitos- recordó que salir a la calle con una cámara en aquellos años significaba algo así como "llevar todos los números para acabar en comisaría". Sobre la serie, el director expresó su deseo de que Crònica d'una mirada "no se vea como una reliquia histórica", aunque admitió que también lo es, sino como "un ejemplo" para las nuevas generaciones de cineastas, a los que llamó a no perder "la capacidad revulsiva de entonces y la crítica contra el poder establecido".

Barrios acabó su intervención reivindicando la categoría de "patrimonio histórico" para la obra de estos cineastas, a la que equiparó a un monumento. "Si este material se estropeara o desapareciera, o si se olvidara, eso sería comparable a la destrucción de un edificio o una escultura en una plaza". Por su parte, Escribano subrayó la vigencia de esta filmografía y la vitalidad de sus autores. "Sólo hace falta verlos", les señaló el directivo de TV-3.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_