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Las secuelas del vendaval

Como en el siglo XIX

1.800 hogares viven sin electricidad desde el pasado sábado

Josep Anton Soldevila y Mari Carmen Dopino viven a oscuras desde el sábado a las nueve de la mañana. El temporal de viento arrasó más de 500 kilómetros de línea eléctrica en toda Cataluña, y en su calle, en la urbanización Can Guey de Torrelles de Llobregat (Baix Llobregat), desapareció por completo el tendido eléctrico, derribado por los árboles. Él, escritor de 60 años, no puede acabar su último cuento: deberá esperar que Fecsa-Endesa restablezca la electricidad para poder cargar su ordenador portátil. Su mujer, psicóloga y abogada de 50 años, escucha las noticias por un pequeño transistorcon el que entretiene las horas muertas, ya que no pueden encender el televisor ni consultar la prensa por Internet.

Muchos vecinos pasan frío porque sus calefacciones no funcionan

Son 1.800 las personas que subsisten sin electricidad desde el sábado en Cataluña, la mayoría residentes en el Baix Llobregat. Sin poder encender la luz, enchufar sus electrodomésticos, cocinar, ducharse y, lo que más notan la mayoría, sin calefacción, como en el siglo XIX. Ayer el director general de Fecsa-Endesa en Cataluña, Josep Maria Rovira, se comprometió a reponer la electricidad a todos los abonados el viernes o el sábado. Pese a que el restablecimiento ha sido rápido desde que se evaluaron los daños -el lunes había 5.000 personas sin luz, y el martes ya sólo eran 2.500-, fuentes de Fecsa reconocieron ayer que, a partir de este punto, los avances serán lentos. "Me han dicho que no saben cuándo tendré suministro", asegura Soldevila, resignado.

El matrimonio vivió el sábado encerrado en su casa, viendo cómo decenas de pinos caían sobre su jardín y sin poder comunicarse: con el suministro cortado, sin poder cargar el móvil, les quedaba esperar a que el vendaval pasara y confiar en que ningún árbol destrozara la vivienda: "El agobio fue tal que nos trasladamos a la parte más segura de la casa, por si acaso", dice Soldevila. Pasado el viento, quedaba lo peor: sobrevivir sin luz.

"Te das cuenta de la importancia de la electricidad", sostiene Dopino, enfundada ayer en un abultado abrigo. "El frío que hace me recuerda a mi infancia, cuando no podías salir de la cama porque te helabas", agrega Soldevila. Con cuatro capas de ropa, sobrellevan el frío frente a la chimenea. "Leña, nos sobra", bromea ante los pinos caídos en su jardín. La limpieza de su finca les costará unos 5.000 euros que su seguro se ha comprometido a pagar.

Este matrimonio tiene relativa suerte: la falta de luz no les impide cocinar, puesto que utilizan gas butano. "A medida que se descongelan las cosas nos las vamos comiendo", matiza Soldevila. La falta de luz recupera tradiciones ancestrales, como asearse con el agua de un cubo: "La calientas un poco y haces lo que puedes para limpiarte, pero te congelas", asegura la mujer.

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Empar López, funcionaria del Ayuntamiento de Vallirana, otra de las poblaciones afectadas, tampoco tiene electricidad. Ella, su marido y sus dos hijos se asean como pueden: visitan las casas de familiares y se duchan, y los jóvenes, que cursan secundaria, aprovechan la clase de gimnasia para ducharse. López no puede cocinar: transporta en tupperware el menú, desde el centro del pueblo, donde vive su familia, hasta su casa, en la urbanización Can Batlle: un pequeño aparato de cámping gas suple el microondas para comer caliente. El hogar está helado pese a sus esfuerzos: un generador -que les costó 500 euros- les sirve para encender las estufas. "Todos mis vecinos están igual", ilustra. Sus hijos, acostumbrados a navegar por Internet para hacer sus deberes, han tirado de amigos para entregar trabajos pendientes.

Las urbanizaciones de Torrelles, Vallirana, Cervelló y Santa Coloma de Cervelló son las localidades más afectadas, junto con algunas de la provincia de Tarragona. Los abonados que carecen de luz son todos dueños de casas unifamiliares aisladas ubicadas en urbanizaciones.

"El sábado los pinos de una finca de la calle cayeron al arcén, y se llevaron la línea eléctrica por delante. Quedó todo desparramado, y hasta el martes no cortaron los cables", explica López, que asegura estar "desesperada. Llevo cinco días sin luz, y lo peor, sin perspectiva".

Desesperados. Así se confiesan algunos de los afectados por el corte de luz. Para algunos, el restablecimiento de la electricidad es sólo el principio, como Juan Bas, instalador de Pladur de 40 años, y vecinode Torrelles. La casa de Bas ha quedado destrozada por el temporal. No puede dormir allí, puesto que, a la falta de calefacción, se ha añadido un boquete en el techo de su habitación producido por la caída de un pino. Así que el vendaval ha dividido a su familia: él duerme en casa de su hermana; su mujer y sus dos hijos, en casa de la madre de ella. Sin poder trabajar -los árboles que cortan el acceso a su casa le impiden conducir la furgoneta con la que se traslada- pasa el día en casa, intentando reparar los desperfectos y sacando los pinos que cruzan su entrada. La luz en su finca volvió ayer, pero él tardará en volver a su casa: "Te sientes impotente", remacha.

Carme Dopino, en la cocina de su casa, que está sin luz desde el sábado, con la nevera vacía.
Carme Dopino, en la cocina de su casa, que está sin luz desde el sábado, con la nevera vacía.MARCEL·LÍ SÀENZ

La luz no volverá hasta el viernes, dice Endesa

El suministro a los 1.800 afectados no se recuperará hasta finales de semana, según previsiones de Fecsa-Endesa. Las zonas con más abonados ya están completamente abastecidas por los generadores, y las casas que continúan sin luz, detallaron ayer fuentes de Endesa, corresponden a urbanizaciones en las que la red está muy esparcida.

La empresa se ha puesto manos a la obra para reconstruir la red eléctrica devastada por el temporal. Hasta 1.700 técnicos de la compañía se han desplazado a las zonas afectadas para sopesar el trabajo que hacer. Más de 200 pertenecen a otras delegaciones de Endesa, que ha enviado expertos en rutas eléctricas para poder rediseñar el trazado: un helicóptero de la compañía sobrevuela Cataluña siguiendo el antiguo recorrido de los más de 500 kilómetros de línea de alta tensión que han quedado arrasados.

El director general de Fecsa-Endesa en Cataluña, Josep Maria Rovira, evaluó ayer los costes del temporal en 25 millones de euros.

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