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La sombra del palio sigue siendo alargada

Juan Pablo II lanzó la consigna de la "nueva evangelización" y Benedicto XVI se la ha hecho suya y hasta ha creado un consejo pontificio exclusivamente dedicado a ella. El punto de partida fue la constatación de que algunos países europeos cristianizados hace muchos siglos, y que habían llegado a constituir aquel ámbito cultural y político que se llamó la cristiandad, en la que el cristianismo impregnaba leyes, instituciones, costumbres, artes, literatura y pensamiento, y la Iglesia gozaba de grandes honores y privilegios, se habían descristianizado.

En España, la madrugada del 14 de octubre de 1931, en el debate de la cuestión religiosa en las Cortes constituyentes, Azaña pronunció la frase que, sacándola de su contexto, las derechas no han cesado de reprochársela, como si fuera una consigna persecutoria: "España ha dejado de ser católica". Menos sabido es que el cardenal Gomà, en documentos de antes, durante y después de la guerra, también lo afirmó. En una pastoral de 1933 tronaba: "Desde un alto sitial se ha dicho que España ya no es católica. Sí lo es, pero lo es poco". Pero mientras que Azaña sostenía que si en España el catolicismo ya no tenía la fuerza social y cultural de siglos pasados, la Constitución tenía que ser laica, Gomà pretendía que había que recatolizarla, por la fuerza si fuera necesario, y por eso colaboraba en la revista Acción Española, fundada con la finalidad explícita de sentar las bases doctrinales de un alzamiento.

Parte de la Iglesia entiende la nueva evangelización como la vuelta al poder y la recuperación de antiguos privilegios

Francia se llamaba la fille ainée de l'Église, había sido madre de muchas congregaciones religiosas modernas difundidas por todo el orbe, enviaba misioneros y misioneras a todo el mundo, y era la adelantada de la renovación en teología, Biblia, liturgia y demás ciencias eclesiásticas. Pero en 1943, en plena ocupación alemana, al desastre militar se sumó el descubrimiento del desastre religioso cuando dos sacerdotes, Henri Godin y Jean Daniel, publicaron France, pays de mission? Francia estaba descristianizada y había que evangelizarla de nuevo. Aparecieron entonces los sacerdotes obreros.

Uno de los principales objetivos de la renovación pastoral que precedió al Vaticano II fue la distinción entre evangelización, catequesis y sacramentalización. La pastoral de la Iglesia estaba prácticamente reducida a administrar los sacramentos a muchas personas que apenas habían sido evangelizadas y catequizadas. Se entendía, y se entiende aún, por "cristianos practicantes" los que habitualmente asisten a la misa dominical.

San Pablo decía: "¡Ay de mí si no evangelizo!" (1 Cor 9,16), y también: "Cristo no me envió a bautizar, sino a evangelizar" (1 Cor 1,17). La nueva evangelización ha de ser ante todo proclamación del evangelio, no catequesis o clase de religión. Toda evangelización, nueva o vieja, ha de imitar la de Jesús, que anunciaba el evangelio ("buena noticia") de la venida del Reino con las bienaventuranzas de los pobres, los afligidos, los hambrientos y los perseguidos. Con muchas y variadas parábolas insistió en que el Reino ha de empezar no desde la conquista del poder, sino de modo humilde y discreto: fermento en la masa, un pequeño grano de mostaza... Formaba parte de su buena noticia la compasión por los que más sufrían, y la Iglesia de hoy ha de hacer otro tanto. Los sacerdotes, religiosos y laicos que, sin proselitismo, por pura compasión, reflejo de la misericordia de Dios, se entregan al servicio de los pobres, enfermos o inmigrantes desamparados son la punta de flecha de la nueva evangelización. Después vendrá la llamada evangelización explícita, a la que seguirá la catequesis propiamente dicha y, solo finalmente, la sacramentalización. Pero temo que un sector de la Iglesia española, con nostalgia del pasado, entiende la nueva evangelización como un volver a la cristiandad, esto es, a una situación de poder y a la recuperación de antiguos privilegios. Como ha escrito recientemente, a propósito de las secuelas actuales del nacionalcatolicismo, el profesor Ángel Luis López Villaverde, "la sombra del palio sigue siendo alargada"

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Hilari Raguer es historiador y monje de Montserrat.

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