El triunfo de la palabra

Noche de gala en el Grec barcelonés. Serrat volvía a casa y, aunque fuera con un espectáculo inhabitual, su público, sus vecinos, estaban allí para celebrarlo como un acontecimiento. Serrat inició ayer por la noche el primero de sus cinco recitales en el Teatre Grec con casi todas las entradas vendidas y con el ambiente de las grandes ocasiones respirándose en los jardines del anfiteatro. Público ya maduro, bastante endomingado y con cara de satisfacción y ausencia palpable de los habituales políticos que deben de andar enredados en cosas de mayor enjundia. Sólo Jordi Hereu ha reservado entradas para el segundo concierto, esta noche.

Las aglomeraciones a la entrada retrasaron algo el inicio. Con 11 minutos de retraso un anuncio audiovisual del Ayuntamiento de Elche ocupó la pantalla triple que coronaba el escenario. Inmediatamente las primeras palabras recitadas en off de Tres heridas rompieron el silencio creado tras la publicidad. Serrat apareció segundos después, a media canción, chaqueta oscura, micro en la mano. El abarrotado anfiteatro saludó al cantautor con una ovación calurosa.

Serrat anunció que sólo cantaría canciones de Miguel Hernández. Un gran y espontáneo "¡Oh!" brotó del auditorio antes de que volvieran a sonar las palabras del poeta en la voz de un Serrat pletórico.

Durante más de 90 minutos desfilaron una veintena de temas extraídos de los dos discos que ha dedicado a Hernández. Cada tema iba acompañado de una filmación original. La intensa relación entre palabra, música e imagen fue una de las cosas más destacadas del recital. La otra, el calor de las respuestas del público incluso a las canciones más nuevas. Eso sí, Para la libertad se llevó la gran ovación de la velada. A pesar de la insistencia del público, Serrat ofreció un solo bis y de Hernández.

Era la noche de Serrat, pero el cantautor la compartió con Miguel Hernández y acabó triunfando la palabra.