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Los usuarios de la línea de Girona dan una tregua a Renfe

La compañía se compromete a informar y mejorar la puntualidad

Representantes de los usuarios de la línea ferroviaria que cubre el trayecto entre Figueres, Girona y Barcelona se reunieron ayer con representantes de Renfe y el Adif para presentarles sus quejas. La mayor, el incremento de media hora en un trayecto de 60 minutos. Percibieron, explicó Albert Orriols, "buena disposición", traducida en el hecho de que, por primera vez, acudía un directivo desde Madrid para escuchar sus peticiones. "La dirección de Barcelona nos ha tratado siempre con amabilidad, pero nunca ha habido resultados", explicaron los representantes de los usuarios. En la reunión acordaron volver a verse dentro de tres semanas. Hasta ese momento, los viajeros mostrarán el billete si lo solicita un revisor.

La lista incluye 23 peticiones, de las que una fue atendida ayer: el bono que antes tenía una vigencia de tres meses, acortada ahora a un mes, pasará a valer durante 45 días. Además Renfe se compromete a arreglar las máquinas para que se pueda pagar con tarjeta. Todo lo demás queda aplazado hasta dentro de tres semanas. Bueno, tres semanas en la versión de los usuarios. El representante de Renfe, Manuel Simón, del área de Media Distancia, entendió que tenía un mes. "Son tres semanas a ritmo de Renfe", ironizaron los representantes de los pasajeros afectados.

Los usuarios de la línea se quejan de la confluencia de varios factores: las obras del AVE en la zona de Sant Andreu y la Sagrera exigen que los trenes vayan más despacio y que el trayecto dure más. Este peor servicio coincide con un incremento del precio del 7%, "frente a menos del 2% del IPC", señalaron. Lo que piden es una reducción del 35% mientras duren las obras.

Los pasajeros de Cercanías tuvieron compensaciones cuando las obras del AVE en Bellvitge lo pusieron todo patas arriba. Ellos ni siquiera tienen derecho a compensación cuando hay retrasos, sean de 10 minutos o de dos horas. Peor: ni siquiera reciben información sobre retrasos, y menos sobre sus causas.

La tregua pactada ayer entre los usuarios y Renfe vale "si la empresa cumple lo que nos ha dicho", afirman los primeros; es decir, si los trenes son puntuales, aunque sea con el tiempo añadido por las obras, y si cuando hay incidentes se da información a los pasajeros, en las estaciones y en los trenes. "En caso contrario", señaló Ferran Bofill, miembro de la comisión, "no sabemos lo que pasará porque hay gente muy enfadada".

Los pasajeros tienen muy presente que llevan años quejándose sin ser atendidos, "aunque Renfe no quiera hablar del pasado", señaló Marià Torrent, tercero de los representantes de los usuarios que acudieron a la reunión. Los tres criticaron una nota de Renfe en la que anunciaba "apenas otra cosa que la voluntad de diálogo" y señalaron que la empresa acudió a la reunión "sin propuesta alguna, sólo a escuchar".

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Hereu reclama el plan de Cercanías

Que el Gobierno central apruebe de una vez el plan de Cercanías. Ésa fue la petición que formuló ayer en Londres el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu. Su presencia en la capital británica está relacionada con la inauguración de una oficina comercial de Barcelona. El Gobierno central aprobó a principios de diciembre el plan de Cercanías de Madrid, pero no el de Barcelona. La vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega, anunció entonces la aprobación "inminente" del plan barcelonés. Han pasado diciembre, enero y parte de febrero, y el plan de Cercanías sigue salir del Consejo de Ministros.

De hecho, el plan no tiene que ser formalmente aprobado por el Consejo, basta con que la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, le dé conocimiento, de modo que podría recurrir a la fórmula de "llevarlo en mano", es decir, que podría hacerlo la semana que viene, por ejemplo. Fuentes del Gobierno catalán señalaron que el plan está terminado desde hace semanas y que su aprobación es "cosa del calendario de tramitación".

Un representante del Gobierno catalán añadió que el Ejecutivo que preside José Luis Rodríguez Zapatero quería dar a este plan "gran relevancia" y que quizá el aplazamiento se debe a que se busca una fecha para que él mismo pueda acudir a Barcelona a explicarlo. Fomento declinó comentar este asunto.

Pese a lo adelantado del plan, esta misma semana José Salgueiro, presidente de Renfe, sostuvo en público que no tenía ningún tipo de conocimiento del él, dado que se trata, sobre todo, de un plan que afecta a las infraestructuras y no al servicio que se preste por ellas.

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