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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Y el verbo se hizo diarrea

Un padre senil y enfermo es atendido por su hijo. El hombre sufre de incontinencia y al hijo le toca asearle, cambiarle el pañal un par de veces, limpiar las manchas en el sofá y en el suelo. Y no estamos hablando de aguas menores, sino de una flojedad de vientre que se traduce en una diarrea descomunal que invade con su textura el escenario, y con su peste, la platea entera. A todo esto, una imagen gigante que reproduce el Jesucristo de Antonello da Messina preside la acción. El hijo cuida al padre con resignación y ternura. Hablan entre ellos: el padre desde el llanto de la humillación, el hijo desde el respeto compasivo. Apenas los oímos. De hecho, su conversación en italiano nos llega traducida al catalán en una hoja que acompaña el programa de mano. No hay sobretítulos porque lo que dicen es lo de menos, lo que importa el tono, la mierda lo dice todo. Si el Evangelio de san Juan nos anuncia la identidad divina de Jesucristo como el resplandor de la gloria del Padre y la impronta de su esencia con aquello de "y el Verbo se hizo carne", aquí Romeo Castellucci parece decirnos que la diarrea suple al verbo y que la identidad, por tanto, de Jesucristo es inmunda.

SOBRE EL CONCEPTE DE ROSTRE, EN EL FILL DE DÉU

Concepción y puesta en escena: Romeo Castellucci.

Intérpretes: Gianni Plazzi, Sergio Scarlatella, Dario Boldrini, Silvia Costa, Silvano Voltolina.

Música original: Scott Gibbons.

Teatre Lliure, Sala Fabià Puigserver. Barcelona, 7 de julio.

Es una propuesta obvia que no deja lugar a las medias tintas

Romeo Castellucci (Cesena, Italia, 1960) es el de la imponente trilogía Inferno, Purgatorio y Paradiso a partir de la Divina Comedia, de Dante, que presentó en el Grec de hace dos años; es también el de la Tragedia Endogonidia, el ciclo por episodios que toman el nombre de las principales ciudades de Europa y de los que en el Lliure hemos visto dos: Berlín y Bruselas. Los montajes de Romeo Castellucci y su Societas Raffaello Sanzio son performances que dejan huella. La de Sobre el concepte de rostre, en el fill de Déu no acaba aquí: una docena de niños aparecen en el escenario cargados con sendas mochilas llenas de granadas de mano que lanzan durante un buen rato sobre el rostro de Jesús provocando explosiones ensordecedoras. Y por momentos parece que el hijo de Dios se pone a llorar, pero las lágrimas son en realidad chorretones de mierda que dan paso a toda una declaración de principios: "You are not my sheperd" (no eres mi pastor). Lo de Castellucci es un "mecagoendios" literal y contundente que, como cualquier blasfemia, suscita todo tipo de reacciones. El público no sabe si reír o llorar. Hubo deserciones y aplausos entusiastas la noche del estreno en Barcelona. Es también una propuesta obvia que no deja lugar a las medias tintas. Y por incómodo y desagradable que resulte, está bien que así sea.

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