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CINE | L'Alternativa
Columna
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La victoria del cine invisible

Toni García

Como una reivindicación sin complejos del pequeño cine, ese universo fílmico que orbita en los festivales dedicados al séptimo arte pero que nunca consigue permiso para aterrizar (porque no interesa, porque es demasiado complejo, porque no tiene estrellas delante o detrás de la cámara, etcétera, esgrimen los que manejan el negocio). Así se podría definir el palmarés de L'Alternativa, un evento que se mueve sin manías en los amplios márgenes del cine independiente y que ya acumula 15 ediciones, la última de ellas recién clausurada.

Cine iraní, chino, italiano y mexicano que -probablemente- jamás llegará a las salas comerciales han sacado pecho en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB): Dah be alaveh Chahar... (10+4), de la directora iraní Mania Akbari, y Ye Che, del realizador chino Diao Yi Nan, han sido los filmes galardonados ex aequo en la categoría del mejor largometraje, tradicionalmente la más importante.

La primera es un experimento a medio camino entre el documental y el cine de guerrilla en el que la cámara se cuela en la enfermedad de la directora, Akbari, siguiendo la línea de Ten, del realizador Abbas Kiarostami, mientras que Ye Che es una película oscura y opresiva, ubicada en el Este de China, que sigue a un oficial que ayuda en las ejecuciones y que trata de mantener a raya sus pulsiones más extremas. Dos ejemplos de que lo comercial y lo independiente (excepto cuando en los años 90 los hermanos Weinstein se empeñaron, desde Miramax, en reinventar el término y convertirlo en una manera de hacer dinero) reman habitualmente en direcciones opuestas.

Aun así, y con la notable excepción de Año Uña, una magnífica propuesta de Jonás Cuarón (hijo de Alfonso Cuarón, el director de Hijos de los hombres y Y tu mamá también) que tuvo sus 15 minutos de gloria en la edición de 2006 del festival de Venecia, lo mejor de un certamen como éste -para aquellos espectadores que no necesitan mirar el pasaporte de las películas- es el hecho de poder asistir a proyecciones sin información previa, sin mastodónticas campañas de marketing, sin prejuicios, en resumen.

Lo mismo vale para los ciclos: pocos se atreverían a programar la filmografía de los hermanos Taviani, excepcionales en su singularidad, autores de películas como Good morning, Babilonia (un diario de a bordo de las peripecias de D.W. Griffith, el director de El nacimiento de una nación) y la legendaria La notte di San Lorenzo.

Valga también lo dicho para el otro ciclo, el dedicado al realizador francés de origen argelino Tony Gatlif, un tipo insobornable que ha dedicado su cine a la causa gitana y paseado sus películas por festivales de todo el mundo sin renunciar nunca a sus objetivos. Este panorama cinematográfico, que existe y respira aunque cuente con menos recursos y una distribución pírrica fuera de los circuitos festivaleros, es el que (sobre)vive en L'Alternativa, que -como es obvio- se ha ganado a pulso el nombre.

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