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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Los viejos sindicalistas no olvidan

Enric Company

Ya se sabe, allí donde haya burgueses habrá también obreros, porque ésta sí es una pareja indisoluble. En el marco del 50º aniversario de la creación de ESADE, la escuela para la formación de empresarios y ejecutivos, ha podido apreciarse una interesante visión de esta relación de pareja: los dirigentes del movimiento sindical clandestino de la empresa Seat en las décadas de 1960 y 1970 rindieron público homenaje a la acogida, protección e incluso formación que recibieron durante la dictadura franquista en la institución docente de sus adversarios de clase, como dijo uno de los propios sindicalistas.

La cosa tiene su miga. ESADE surgió hace medio siglo, en plena dictadura franquista, como encargo de un grupo de empresarios barceloneses a la Compañía de Jesús para disponer de una escuela de alto nivel donde formar a sus retoños y a sus cuadros dirigentes. Pero resultó que pocos años después, al mismo tiempo que escuela de futuros dirigentes empresariales, ESADE era también refugio para la vanguardia del activismo sindical de aquella izquierda.

El nido de los sindicalistas en ESADE fue el Instituto de Estudios Laborales (IEL), creado en 1967 por el jesuita Juan N. García-Nieto y el sociólogo Alfonso Carlos Comín. En la declaración de principios que anima a ESADE desde su nacimiento figura que su misión es formar directivos empresariales para que sean "profesionales competentes y personas responsables socialmente". Lo recordó el director de ESADE, Carlos Losada, en el emotivo acto al que acudieron varias decenas de los sindicalistas de Seat que, encabezados por Carlos Vallejo y Silvestre Gilaberte, han querido dejar constancia de su agradecimiento por la ayuda recibida cuando eran ferozmente perseguidos por la dictadura. No era un juego de niños. Hubo cárcel, tortura, exilio y algún trabajador de Seat muerto a tiros por la policía, recordaron.

Eran los tiempos del sindicalismo vertical controlado por la burocracia falangista, que en la década de 1960 comenzaba a ser desbordado por la izquierda clandestina, en particular la comunista en sus varias escisiones. Y García-Nieto y Comín, que fueron también animadores principales de la plataforma Cristianos por el Socialismo y de la Organización Comunista de España-Bandera Roja, consideraban que por "responsabilidad social" debía entenderse en aquel momento la interlocución con el sindicalismo no domesticado por el franquismo. Apoyaron las entonces nacientes Comisiones Obreras, que pronto serían el principal sindicato del país, y el diálogo de éstas con algunos de los más destacados empresarios catalanes del momento, como Pere Duran Farell, por ejemplo.

El agradecimiento de los sindicalistas se materializó en forma de un diploma y un adoquín de la factoría Seat de la Zona Franca que Vallejo y Gilaberte entregaron al actual director del IEL, Carlos Obeso, en presencia de la consejera de Trabajo, Mar Serna, y del secretario de Relaciones Institucionales del Gobierno catalán, Josep Vendrell. "La década de 1960 fue un tiempo de claroscuros, y el IEL fue uno de los claros", dijo Serna, además de felicitar a ESADE por mantenerlo y por seguir impulsando la responsabilidad social de la empresa. Vendrell recordó también que lo que ahora parecen gestos no muy relevantes, como prestar locales para reuniones a unos sindicalistas, era delito durante la dictadura. Y que los derechos de que ahora disfruta el país, entre ellos los sindicales, "no fueron regalo de nadie", sino "una contribución esencial de los que sin embargo son los peatones de la historia, los trabajadores".

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