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Columna
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Yo votaré lo que diga Bárbara de Senillosa

Esta semana, entre propaganda electoral y propaganda electoral, he visto el show de Alfonso Arús y señora, porque no puedo resistirme al hecho de que un matrimonio de verdad presente un programa de televisión. Por eso estoy en condiciones de decirles cuál es el momento más fascinante del espacio: la sección de Buenas maneras de Bárbara de Senillosa.

Bárbara da lecciones de protocolo en tanto que autora de un libro sobre buena educación. Pero ella, a diferencia de Teresa Gimpera -que es la otra experta mundial en el tema- no destaca por ser excesivamente fina. Y ésta es su grandeza. Que no te explica lo que es correcto y lo que no lo es con ese convencimiento sobrenatural y morboso de, por ejemplo, un Jaime Peñafiel. Al contrario. Es como si el protocolo le importase un bledo. Creo que podría estar dando lecciones de comportamiento de los metales con la misma pasión.

El jueves la estaba viendo mientras comía en un bar de menú (no sé si es de buena educación ver la sección sobre buena educación de Bárbara mientras se come. Hay que preguntárselo.). El caso es que, en un momento dado, dijo "¿Los niños? ¡Son seres salvajes!". Cuando lo dijo, en el bar se hizo el silencio. Los obreros de la construcción de la mesa de al lado dejaron de sorber el gazpacho y, en señal de pleitesía hacia ella, se limpiaron la boca con la servilleta de papel, respetuosamente. Pero no se confundan. A pesar de su estilo, Bárbara lo sabe todo sobre buenas maneras. Todo. Contesta sin titubear, sin dudar, sin dejar un segundo de margen cualquier cuestión. La señora de Arús le pregunta: "Bárbara, ¿hay que utilizar la servilleta antes y después de beber?". Y ella dictamina que no. "Ya... pero ¿y para no dejar carmín en la copa?", insiste una tertuliana. "No dejar carmín es imposible", zanja ella. Y sólo le falta añadir: "Siguiente pregunta". Entonces, Arús, le dice: "Bárbara, cuando en un restaurante el grupo es numeroso, ¿quién debe pedir los platos?". Y ella ordena: "¡Que cada uno pida lo suyo!". Y, como si ya hablase para ella sola, añade, remarcando mucho los pronombres posesivos: "¡Yo quiero MI plato para MI sola!". Si le preguntan si es correcto que una persona se golpee el pecho mientras se abanica, también lo sabe. (No es correcto.) Si le preguntan si es correcto preguntar "¿de parte de quién?" cuando contestas al teléfono, también lo sabe. Y si le preguntan dónde dejar el paraguas de los invitados si no tenemos paragüero, también: en la ducha. (Gracias, Bárbara, por este gran consejo). No hay ninguna situación relacionada con el protocolo que Bárbara ignore y le han preguntado por casi todas las situaciones relacionadas con el protocolo. Y eso, no les quiero engañar, es lo que a mí me preocupa.

Bárbara ya ha explicado cómo comportarse en la mesa, con los invitados, con los del otro sexo... Hasta ha explicado cómo tenemos que comportarnos si le dejamos el bolígrafo a un amigo y ese bolígrafo le mancha. Casi no quedan ámbitos humanos que no hayan sido tocados por Bárbara. Por eso, yo sé, y ustedes también, que, de seguir así, no falta mucho para que Bárbara nos explique, por ejemplo, cómo comportarse en la NASA, en caso de despegue de cohete. "La cuenta atrás deberá efectuarla el astronauta de más categoría, siempre empezando por el diez y acabando por el cero". O cómo comportarse en caso de canibalismo. "A pesar del hambre que tengamos, no nos abalanzaremos sobre el misionero y no empezaremos a tocarle para ver si está blandito". En fin, démosle tiempo a Bárbara y cualquier día nos explicará el comportamiento correcto en una orgía. "Primero efectuaremos los tocamientos a la señora de más edad, y luego por la de nuestra derecha en el sentido de las manecillas del reloj. A continuación, succionaremos al señor de más edad. Y, naturalmente, al terminar, nos limpiaremos los labios con una servilleta de lino".

moliner.empar@gmail.com

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