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Entrevista:ROBERT REDFORD | Actor y director

"Ahora es más fácil criticar a Bush"

Robert Redford ha elegido la guerra contra el terrorismo y Afganistán como trasfondo de un debate que quiere ir más allá de filias y fobias y reflexionar sobre la responsabilidad individual, el compromiso y la apatía, la educación y la juventud en EE UU, los medios y la política. Tras siete años sin dirigir, ha cogido la batuta de director en Leones por corderos, que él interpreta compartiendo cartel con Tom Cruise y Meryl Streep. La película se estrena hoy en todo el mundo.

Con 71 años, el actor y director se sometió en Londres a una agotadora jornada de promoción del filme. Y dejó algo bien claro: Leones por corderos no es una película contra George W. Bush, porque "eso", dice, "hubiera sido demasiado fácil" y porque además no le gusta la técnica de la "agitación y propaganda", a lo Michael Moore. Tampoco es "una película sobre la guerra. Es otra cosa", aclara. "Incluye la guerra como uno de sus elementos, pero no es acerca de la guerra". Vestido con tejanos, educado, amable y modesto, parece admitir que no se hubiera atrevido a hacer esta película hace pocos años.

"No creo en la propaganda; buscaba una mirada más profunda "
"He querido abrir un debate sobre la política y los medios hoy en día"
"Aprendí sobre mi país a partir de lo que se opinaba en Francia e Italia"
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Mejores intenciones que lenguaje

"Ahora es más fácil ser crítico con el Gobierno porque su popularidad está en declive y sigue cayendo en las encuestas. Es mucho más fácil que hace cuatro o cinco años, cuando te trataban de antipatriota si decías algo contra el Gobierno. Por eso va a haber muchas películas sobre Irak, pero eso a mí no me interesa". Redford admite que Leones por corderos no parece destinada a batir un récord de recaudación: "Lo que no es fácil es conseguir financiación para este tipo de películas porque se consideran comercialmente arriesgadas".

La película, con un armazón más propio del teatro que del cine, se estructura en tres historias que se superponen en el tiempo. La de dos jóvenes de los arrabales de Los Ángeles (Michael Peña y Derek Luke) que superan la guerra de la vida cotidiana de los desheredados y acceden a la educación universitaria, pero acaban enrolándose en el ejército para pagar las deudas de sus estudios y para ayudar a su país en lo que ellos creen una guerra justa. La de un profesor (Redford) desconcertado por la decisión de esos dos alumnos de sumarse a un conflicto que él no respalda y que intenta despertar de la apatía a uno de sus alumnos más brillantes y holgazanes (Andrew Garfield). Y la batalla de titanes entre un dinámico senador con aspiraciones presidenciales (Tom Cruise) y una veterana, influyente pero escéptica periodista (Meryl Streep) a la que intenta convencer de la importancia de una nueva ofensiva del Ejército de EE UU en Afganistán.

Los personajes se ven abocados a elegir entre la guerra o la paz, el compromiso o la apatía, la denuncia o la colaboración. Hay a menudo contradicciones en sus puntos de vista. "Nos dijiste que no nos quedáramos mirando al margen de todo, que no nos conformáramos con lo fácil, y esto es lo que creemos que tenemos que hacer, luchar por nuestro país", le reprochan los dos futuros soldados al profesor que intenta convencerles de que no vayan a la guerra. Y le explican que así pagarán antes sus deudas de estudiantes. "Son dilemas intencionales", explica Redford. "La película utiliza cuestiones de hoy para plantear asuntos más profundos de la vida. Vivimos tiempos complicados y quiero plantear cómo es la educación de hoy, la política, el Gobierno, los medios de comunicación. Ver también cuál es el papel del ciudadano. El filme quiere sugerir un debate y que el público reflexione ante esas cuestiones. No intenta dar respuestas, sino plantear preguntas".

Por eso, el halcón republicano interpretado por Cruise no es un personaje repelente, sino atractivo y hasta convincente. "No creo en la agitación y propaganda. Hubiera sido muy fácil hablar de este Gobierno, de este presidente, pero yo buscaba una mirada más profunda. Todos tenemos alguna responsabilidad. El público, los estudiantes, los medios... Tendríamos que abordar esto de manera más profunda. Hubiera sido fácil convertir el personaje de Cruise en una caricatura, pero lo que le hace realmente peligroso es que es una versión mejor de lo que tenemos ahora. La idea era presentarlo como alguien bastante bueno: popular, pragmático, articulado, mentalmente fuerte y ¡peligroso! Tenía que ofrecer un punto de vista que pudiera ser aceptable. El personaje de Cruise sostiene que, sea como sea que se ha llegado a esa situación, lo importante es solucionar el problema cuanto antes. Y ése es un argumento a tener en cuenta".

El actor y director Robert Redford, en Utah.
El actor y director Robert Redford, en Utah.REUTERS

La Europa que le abrió los ojos

Aunque reniega del agit-prop, Robert Redford es uno de los personajes más comprometidos de la industria de Hollywood. Pero no ha sido siempre así. "La política no me importaba nada cuando era joven", reconoce. "Crecí en California después de la guerra y todo estaba bien, siempre lucía el sol, todo el mundo parecía lleno de salud, llevaba corbata y fumaba en los restaurantes. Había coches por todas partes aunque nosotros no teníamos ninguno porque crecí en un barrio obrero de Los Ángeles. Richard Nixon era el senador del Estado, era muy aburrido. Nunca presté atención a la política en aquellos tiempos. Me interesaban los deportes, el atletismo, el arte, tener una educación que me permitiera ir por el mundo", dice.

"Me echaron de la escuela porque era muy mal estudiante. Lo que quería es ver mundo. Leía mucho sobre arte y eso me influenció acerca de Europa. Fui a Francia y a Italia. Tenía muy poco dinero y viví como un bohemio en París. Eran los tiempos de la guerra de Argelia y me preguntaban mi opinión y cosas sobre mi propio país que yo no sabía. Fue humillante pero también me hizo empezar a pensar en muchas cosas. Aprendí mucho sobre EE UU a partir de lo que opinaban franceses e italianos y leyendo prensa. Su punto de vista era muy distinto de aquel con el que había crecido", explica.

"Cuando volví a América me interesé mucho más por mi país. Ahí empezó la visión crítica que tengo ahora. He sido un activista pero no hasta el extremo de gente como Michael Moore. Me he centrado sobre todo en el medio ambiente. Pero sí, soy crítico y lo muestro en mis películas".

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