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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Avispón sin veneno

Javier Ocaña

Kick-ass, Scott Pilgrim contra el mundo y, ahora, The green hornet. En los últimos meses, el ala más recóndita de los universos del cómic y de la novela gráfica, esa que entroniza al nerd contemporáneo como imposible héroe de acción, clama venganza desde la producción cinematográfica a la mucho más glamurosa vertiente del enmascarado brillante, hábil e irresistiblemente ganador.

El nerd, ese concepto anglosajón a medio camino entre el empollón, el friqui y el perdedor, siempre antisocial, vuelve a hacerse carne esta vez en la figura de El avispón verde (The green hornet), personaje nacido en la radio en la década de los treinta del siglo pasado y que, tras pasar por diversas series de televisión y variados cómics, encuentra ahora su oportunidad en la superproducción cinematográfica de la mano de dos nombres bien distintos: el sensacional artista visual Michel Gondry, autor de ¡Olvídate de mí!, y el cómico Seth Rogen, una de las caras más visibles de la factoría de Judd Apatow, aquí guionista y protagonista, que se lleva la historia a su propio terreno, el de la comedia generacional, lo que por desgracia se da de bruces con los sopapos.

THE GREEN HORNET

Dirección: Michel Gondry.

Intérpretes: Seth Rogen, Cameron Diaz, Christoph Waltz.

Género: comedia de acción. Estados Unidos, 2011.

Duración: 108 minutos.

Más información
Michel Gondry, el artista que se perdió en Hollywood

The green hornet comienza como un tiro. Un prólogo excelente da paso a una presentación de personajes con fuerza, comicidad, incorrección e infinitas posibilidades narrativas. Sin embargo, tras una primera media hora prometedora, desde que el héroe enmascarado y su ayudante japonés comienzan a hacer frente al mal, la película se diluye poco a poco.

El francés Michel Gondry, con acelerones y ralentís, preciosa fotografía y su habitual garra, compone espectaculares secuencias de acción, pero estas no acaban de conjugar con el tiempo. Todo es demasiado largo: las peleas, las situaciones, los diálogos, la película, a pesar de que Christoph Waltz, el nazi cazajudíos de Malditos bastardos, vuelve a demostrar su capacidad para dominar la pausa, la mirada amenazante y la sorna.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.
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