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CÁMARA OCULTA
Columna
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Boy

Johnny Sheffield ha muerto a los 79 años en su casa de California, al parecer mientras intentaba podar una palmera. Hacía décadas que no se sabía de él, si estaba vivo o muerto, aunque sí que ya no trabajaba en el cine. Fue, allá por los primeros años cuarenta, el prohibido hijo de Tarzán en la serie interpretada por Johnny Weissmuller y Maureen O'Sullivan. Prohibido porque la pareja, que vivía en la selva de forma libre y salvaje, no estaba legalmente casada, y la censura de Hollywood no permitía que pudieran engendrar un hijo. Los guionistas tuvieron que inventar una peripecia inverosímil para que en la selva inhabitada apareciera un rubito niño abandonado, que la pareja adoptaría, llamándole Boy.

Cuando este niño, Johnny Sheffield, creció, interpretó papeles de adolescente, como en Bomba, la serie en las que emulaba las aventuras legendarias de Tarzán, con menos éxito. El muchacho tenía condiciones físicas para ello, faltaría más, pero la moda ecologista había pasado, y sus películas resultaron pobrecillas, impregnadas de la misma ingenuidad que las anteriores, pero sin los medios económicos de las grandes productoras.

Weissmuller, el Tarzán auténtico, murió en 1984, a la misma edad en que ahora se ha ido su Boy. Se supo que al retirarse del cine Weissmuller se dedicó a negocios deportivos, marcado por su personaje, hasta el punto, según la fábula, de que seguía profiriendo el famoso grito de sus películas. Es decir, que acabó medio chota. Algo parecido le ocurrió también, según rumores, a Bela Lugosi, el primitivo Drácula cinematográfico, que acabó durmiendo en un ataúd porque allí se encontraba más realizado.

Ahora Boy, como quien dice, ha muerto bajándose de un árbol. Cuando nadie se acordaba ya de su figura, quizás él seguía anclado en aquella época de presuntas situaciones de riesgo y de aventuras entre algodones que cualquier otro joven mortal hubiera soñado. Quedaron atados a las fantasías que habían creado. Los sueños les ataron para siempre. Hoy son solo eso, un sueño.

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