Chatarra sentimental
Director que quizá coronó la cima de su talento con el díptico formado por Noche en el museo (2006) y su secuela, Shawn Levy parece haber tenido más en cuenta el Campeón (1979) de Franco Zeffirelli (no el de King Vidor) que el episodio de la quinta temporada de The Twilight Zone que adaptaba el relato Acero de Richard Matheson, en el que Acero puro se inspira muy lejanamente. Conviene, no obstante, matizar: Acero puro es, en todo caso, la disneyización del Campeón de Zeffirelli remezclado con una reducción preescolar de la épica poshumana de la saga Transformers. Todo ello a la medida de unos tiempos preservativos en los que las dinámicas del melodrama se vacían de todo componente desestabilizador: si en el futuro imaginado por Acero puro, los robots han sustituido a los humanos en la práctica del boxeo; en el presente, los robots también cumplen un papel sustitutorio en la épica del sacrificio que exploraba Zeffirelli.
ACERO PURO
Dirección: Shawn Levy. Intérpretes: Hugh Jackman, Evangeline Lilly, Dakota Goyo, Kevin Durand, Hope Davis, James Rebhorn.
Género: Ciencia-ficción. EE UU-India, 2011. Duración: 127 minutos.
Habrá quien agradezca a la película de Levy su condición de alternativa humanista a la metralla porno-tecnológica de Michael Bay: en realidad, Acero puro es puro telefilme de sobremesa anabolizado, con padre ausente que debe emprender su camino a la redención -modalidad reconciliación paterno-filial- de la mano de un robot sparring con la mecánica del combate entre Alí y Foreman grabada en los circuitos.