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Crítica:ESTRENO | 'Padre e hijos'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Comedia bienintencionada

¿Es lícito que un hombre ya mayor, solo y con sus tres hijos más o menos peleados entre sí, o al menos con una relación muy viciada por años de desencuentros, se plantee reunir a la familia al precio que sea (al precio de una gran mentira sobre el estado de su salud, a decir verdad), mediante el expeditivo recurso de llevárselos de vacaciones? Sobre esta premisa se construye un filme como Padre e hijos, del franco-tunecino Michel Boujenah, una comedia llena de toques pretendidamente humanos, parcialmente justificados por la situación de cada personaje con respecto a los otros, aunque peligrosamente escorada hacia el almíbar y la complacencia.

Más que las razones que han llevado al enfrentamiento entre dos de ellos, más el agudo sentido de la inoportunidad del tercer hijo (es el típico individuo capaz de provocar, con un comentario a destiempo, toda una tragedia), lo que Boujenah explora (aunque tal vez sea mucho decirlo así; más bien, se contenta con soltar algunos pincelazos superficiales) es el período estricto de las vacaciones, lo que les pasa a esos cuatro franceses mayores cuando están de visita en Canadá, con la más bien banal excusa de ir a ver ballenas. Y ahí es donde más se le ve al autor (también es coguionista) Boujenah el deseo de agradar: las inverosímiles historias amorosas que se trazan en viaje tan corto parecen salidas de Gran Hermano, antes de una película que necesita su tiempo para hacerlas creíbles.

PADRE E HIJOS

Dirección: Michel Boujenah. Intérpretes: Philippe Noiret, Charles Berling, Bruno Putzulu, Pascal Elbe, Marie Tifo, Geneviève Brouillette. Género: comedia, Francia-Canadá, 2003. Duración: 108 minutos.

Más información
'Padre e hijos' trata con ternura e ironía las relaciones familiares

Si uno no sale huyendo de una película así, si uno está dispuesto a tragar con las mentiras del padre, las chifladuras de los hijos y las rocambolescas peripecias que les aguardan en Norteamérica, no es por otra razón que por los actores, y muy especialmente por el gran Philippe Noiret, cuyo inmenso oficio hace creíble, y hasta candoroso, a un personaje como el padre atrabiliario y mentiroso.

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