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CÁMARA OCULTA
Columna
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Deprisa, que son cortos

Daniel Sánchez Arévalo, 36 años, debutante triunfador en los últimos Goya con su ópera prima Azuloscurocasinegro, previamente galardonada en Venecia, Málaga, Estocolmo y Toulouse, agradeció a sus padres el cariño que le habían dado desde niño y, con notable humor, también les agradeció los traumas que le habían originado, con los que dice tener materia para varias películas más.

No era un desconocido Sánchez Arévalo. Guionista en algunas series de televisión, había dirigido con éxito varios cortometrajes, también premiados, que ahora muchos quieren conocer. Es fácil: están colgados en youtube.com, donde, de paso, también puede verse Éramos pocos, candidato al próximo Oscar como corto de ficción. Resulta paradójico este súbito interés por los cortos si se recuerda el desdén con el que fueron tratados en la ceremonia de los Goya. Con afán de acortar la gala, se repartieron de una tacada los relativos a ficción, animación y documental, deprisa deprisa, como si molestaran. Cuando sus ganadores o nominados sean conocidos, se correrá en busca de estos comienzos, tan maltratados.

Sánchez Arévalo comenzó su andadura en la web notodofilmfest.com, donde esporádicamente sigue surgiendo alguna buena sorpresa. En estos días, y hasta marzo, hay organizado un concurso de cortos sobre una idea de Rafael Azcona, quien ha propuesto lo que llama un "pie de acto", que cada cortometrajista deberá interpretar a su manera. No se ha esforzado mucho el admirado guionista, ni de momento los concursantes, según se deduce de los ya colgados en la web, pero es significativo que, por fin, gente de la autoridad de Azcona eche una mirada al fenómeno de nuevos cineastas en la Red.

Es el reducto de los cortos, raros de ver en las salas comerciales, de las cuales pocas mantienen en estos días la tradición de mostrarlos: arguyen los propietarios de las salas que alargan demasiado las sesiones. También se quejan de estar obligados a proyectar cine europeo. Como consecuencia, algunos cierran sus históricas salas en el centro de Madrid, con la complicidad del Ayuntamiento. ¿Descuidaron los exhibidores las prestaciones de sus salas para llegar a esta situación? ¿Es sólo el cine español el culpable de su aparente ruina? Sánchez Arévalo comentaba hace poco: "Cuando vemos una mala película española, exclamamos: ¡No vuelvo a ver cine español! Ojalá hiciéramos lo mismo con el cine americano. El porcentaje de películas malas malísimas es igual en todos los países y continentes". Pero a los cortometrajistas y neófitos no se les hace caso. De momento.

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