Dolores perros

Notable debut de la hasta ahora cortometrajista Juana Macías, Planes para mañana solo tiene un problema: se parece demasiado a Amores perros. Como la película de Alejandro González Iñárritu, la historia juega con unas vidas que, más que cruzarse, chocan por culpa de un accidente de tráfico; como en Amores perros, las historias se relatan de forma consecutiva y no en paralelo; como en el presumible modelo, y esto ya es anecdótico, la actriz Goya Toledo queda malparada tras la colisión. ¿Demasiadas semejanzas? Quizá sí porque no hay modo de olvidarse de Iñárritu. Quizá no, porque esta es más esperanzadora dentro de su evidente dolor y porque posee suficientes ingredientes para constituirse en un buen debut, emocionante, estiloso y con un par de bellísimos momentos.

La secuencia de arranque, casi sin diálogo, muestra ya sus virtudes: la sutileza del guión, poco explicativo y sin afectaciones; las magníficas interpretaciones, y una puesta en escena ágil y cargada de detalles de montaje. A partir de ahí, el relato propone el giro vital de tres mujeres de distintas edades que van a ver su mundo del revés. Un viraje al que las canciones indies de Annie B. Sweet y Alondra Bentley otorgan un aura especial, que confluye en el precioso momento de los adolescentes frente al ordenador, un baile versión 2.0 que promueve sonrisas.