Gozosamente incorrecta
En una de sus mejores películas, la buñueliana Muerte de un burócrata, el cubano Tomás Gutiérrez Alea imaginó las vicisitudes de una familia que, habiendo enterrado al padre con el carné del Partido Comunista en un bolsillo de su traje, tienen que andar a vueltas con el cadáver con tal de recuperar el dichoso carné, so pena de no cobrar nunca la pensión. Más sainetero, pero también más negramente esperpéntico, Javier Maqua y su coguionista, el también actor Maxi Rodríguez, han ido un poco más allá, y en esta disparatada, ácida y decididamente irreverente Carne de gallina colocan al difunto de cuerpo presente para, tras muchos días de zozobra, esperar la llegada de un elusivo, salvador crédito... a nombre del muerto.
CARNE DE GALLINA
Director: Javier Maqua. Intérpretes: Karra Elejalde, Anabel Alonso, Nathalie Seseña, Amparo Balle, Txema Blanco, Isabel Ordaz. Género: tragicomedia, España, 2001. Duración: 96 minutos.
Tan hispánica peripecia tiene lugar en un deprimido pueblo minero asturiano, y los beneficiarios del mantenimiento del cadáver son una familia condenada al paro. O dicho de otra forma, que lo que a Maqua, un cineasta desde siempre preocupado por mostrar los márgenes, la desastrada periferia de lo social -recuérdense Tú estás loco, Briones o Chevrolet- más que la lustrosa 'España va bien', lo que le interesa es poner ante nosotros un espejo en el que veamos sin tapujos qué cara se nos está poniendo en esta unificada Europa del euro y el confort.
Es Carne de gallina algo más que una metáfora sobre un defectuoso funcionamiento de una sociedad: es una película salvajemente divertida, aunque, como ocurre tantas veces con el humor hispano, la risa se termine convirtiendo, en muchos de sus momentos, en un rictus amargo.
Tiene una virtud inestimable en estos tiempos de corrección y tentetieso: se atreve a pegar mandobles a diestra y siniestra, y si su crítica se dirige hacia un sistema de salud que no funciona, tampoco se hurtan sopapos a quienes siguen soñando con una quiniela que los saque de la pobreza, o a quienes aún confian en cuentos imposibles para enriquecerse. Tiene mala baba para dar y regalar, es irreverente pero, a diferencia de tantas otras pulcras, bellas, lustrosas películas contemporáneas que nacen muertas, ésta transmite cutrez, humor, mala leche: o sea, vida.
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